Sutherland Springs, Texas.- El México Joaquín Ramírez unas de las víctimas que sobrevivió a la matanza de este pasado domingo en Texas relató la escena vivida en la iglesia de Sutherland Springs (Texas), donde al menos hubo 26 víctimas mortales.
Al menos una docena de menores perdieron la vida en la capilla del pueblo, Ramírez dice que el asesino Kelley, de 26 años, vestido con ropa oscura de combate y con una máscara de calavera, no quiso dejar un niño con vida. “Varios pequeños se escondieron bajo un banco. El atacante enloquecido fue hacia ellos” y, según el relato del superviviente, apuntó con su fusil de asalto hacia el banco desde arriba y le soltó una ráfaga para acribillar a los pequeños abajo.
Recordó al asesino entrando en la iglesia, “muy enojado”, gritando: “¡Vais a morir todos, hijos de puta!”. El Mexicano de 50 años había regresado el lunes a su casa con su esposa Rosana Solís, de 57, quien había recibido un balazo en un pie.
“Daba lástima ver cómo mataba a los niños”, dice Ramírez, sentado en el sofá de su hogar, una modesta cabina móvil con paredes de metal. “Primero mató a la gente que estaba a la entrada de la iglesia. También mató a la hermana que estaba hablando de Dios. Los niños lloraban y el asesino se acercaba y les tiraba, “Nosotros nos echamos al suelo. Solo pensábamos que íbamos a morir”.
Sutherland Springs queda ya como uno de los puntos más negros de la incesante saga de los asesinatos masivos en Estados Unidos.
Por: EL PAÍS
