INFOBAE. La lucha contra lasfake news se ha convertido en una de las prioridades del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. De hecho, el 26 de marzo se lanzó la primera fase, de tres, de una campaña que pretende combatir a toda costa las fake news, pero sólo las que conciernen al gobierno y sus logros. Por la exorbitante suma de 20 millones de reales, unos 4 millones de dólares, una plataforma titulada “Brasil contra la falsedad” y una rimbombante campaña mediática, ambas diseñadas por la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia de la República (Secom) pretenden explicar a los brasileños qué es verdad y qué es mentira, al menos desde la perspectiva del gobierno.
La precisión es imprescindible, ya que la iniciativa ha suscitado una enorme polémica, sobre todo porque se produce después de las graves declaraciones de Lula contra el ex juez anticorrupción Sergio Moro. Según Lula, Moro inventó la noticia de un plan para secuestrarlo por parte del Primer Comando de la Capital (PCC), la facción criminal más importante del país a cambio de la liberación de su líder Marcos Herbas Camacho alias Marcola.
Entre los detractores de la iniciativa se encuentra el propio Moro, que acusa a Lula de difundir ‘graves desinformaciones’ y que, por tanto, cuestiona la validez de la nueva plataforma gubernamental anti-fake news. “Es un gran riesgo poner en manos del Ejecutivo – dijo Moro – un poder de supervisión que puede resultar en una especie de censura. Dar una especie de mandato en blanco es un riesgo muy grande. Este proyecto debe ser debatido y necesita muchas mejoras”.
Fue el propio Lula quien lo defendió en Internet. En su Twitter, el presidente escribió que “Brasil ha sufrido mucho con las mentiras en las redes sociales en los últimos años. Las noticias falsas van de la mano del odio y pueden acarrear consecuencias irreversibles para la sociedad. Es necesario fortalecer una red de la verdad”
. Sin embargo, en varias ocasiones durante sus tres meses de gobierno, Lula ha utilizado tonos acalorados contra el director del Banco Central, Roberto Campos Neto, acusándole de estupidez por mantener la tasa Selic en el 13,75%. Por no hablar de Dilma Rousseff, cuya destitución en 2016 Lula calificó repetidamente de golpe de Estado, alimentando la idea de que las instituciones democráticas del país no se comportaban democráticamente. Lo que, además, contradiría las propias decisiones de Lula en su nuevo gobierno, en el que tres de sus ministros votaron a favor del impeachment de Rousseff.