SANTO DOMINGO.- Hablar de lo que quieres es el Primer fundamento de libertad de expresión, pero nunca olvides que no basta con que tú quieras hablar si no, que lo que tú digas sea escuchado libre y voluntariamente.
En la “Democracia” Dominicana, muy poco hablan de lo que quieren, sin embargo una gran mayoría oye lo que no quiere, obviamente que lo hacen desde la misma plataforma como es Libertad de Expresión, pero que tan consciente son ambas partes sobre su comportamiento, pues mientras una minoría Habla lo que quieren, hay una mayoría inducida a tener que oír lo que no quiere
La libertad de expresión tiene tres principios básicos: Respeto a la Ley, Tolerancia a la Opinión Ajena, y un estricto apego a la verdad, pero si por alguna razón abandona esos principios, entonces nos colocamos al margen de Ella, apelando a la mentira, la injuria, el engaño y la difamación, y eso no es Libertad de Expresión, sino más bien “libertad de manipulación, extorsion y chantaje.
Es importante señalar que ese segmento que habla de lo que no quiere, no lo hace por falta de capacidad y conocimiento, sino porqué, primero se auto censura, y segundo se inhibe por conveniencia personal, aquí cabe señalar, que ese auto censurado, se le conoce como aquel que cobra para hablar y también para callar.
La libertad de expresión no es ni puede ser un desahogo cargado de exabruptos, ya que, es una figurará que para cumplir con su cometido tiene como base el debate de las ideas dentro de un orden preestablecido que se llama Democracia.
Libertad es la voluntad de obrar bajo su propio criterio siempre observando el debido respeto, es decir es un derecho sagrado e intransferible de cada Ser Humano, de ahí que, la libertad es el principio fundamente de la expresión.
Cuando en palabras, signos, gestos o actitudes nos manifestamos, debemos hacerlo en plena libertad, es decir expresarnos sin temor ya que, es la Democracia la que abre las ventanas por donde sale y entra Libertad de Expresión piedra angular para el debate de las ideas puro y simple.
Jesús María Hernández