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Grabado dejado por la hermana nazi de Nietzsche en enseres domésticos

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Weimar, Alemania ¿Tienen valor de repente los objetos corrientes sólo porque pertenecieron a un gran hombre? ¿Qué valor tienen de repente un vaso, una silla o una mesa sólo porque los utilizó un.

Weimar, Alemania ¿Tienen valor de repente los objetos corrientes sólo porque pertenecieron a un gran hombre? ¿Qué valor tienen de repente un vaso, una silla o una mesa sólo porque los utilizó una persona famosa? ¿Qué debemos hacer con los objetos de los museos que carecen de valor histórico o artístico? ¿Deben exponerse o guardarse? En caso afirmativo, ¿cómo deben presentarse al público? El Neumuseum de Weimar se plantea todas estas preguntas con la colección de muebles del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) y su hermana Elisabeth Förster-Nietzsche (1846-1935). La exposición se llama así porque el debate sobre el tema aún tiene mucho recorrido y es tabú en muchos museos.

Durante la época de la RDA, Nietzsche era considerado nazi y su lectura estaba totalmente prohibida. Por eso era imposible exponer sus muebles y objetos, e incluso después de la reunificación no se encontró ninguna solución”, explica Sabine Walther, comisaria de la exposición junto a su colega Manuel Schwarz. No queremos hacer una exposición fetichista”, subraya. Porque actualmente los museos no exponen muebles y objetos cotidianos de esta manera. Queríamos adoptar un enfoque diferente”. Así pues, los cerca de 40 objetos y obras de arte que componen la exposición proceden del Archivo Nietzsche de la antigua residencia de los hermanos Nietzsche en Weimar, y se exponen en cajas como si viajaran entre los dos museos. Y todas las obras van acompañadas de textos que narran la vida de Nietzsche y, en algunos casos, sus ideas.

El asunto también es complicado. Actualmente, la sala donde se encontraban estos muebles en el archivo Nietzsche se utiliza para acoger a investigadores”, explica Manuel Schwarz. Por otro lado, la exposición recuerda dos hechos. Que se trata de un mueble antiguo que Nietzsche probablemente habría rechazado porque contradecía al hombre nuevo que propugnaba, y que Nietzsche era lo suficientemente simbolista como para aceptar que ese mueble era una especie de ídolo para sí mismo.

Sin embargo, Elisabeth Förster-Nietzsche era una filósofa consagrada y se erigió en protagonista de esta exposición. Se exponen el armario y el guardarropa de Nietzsche de su casa de Basilea, su silla de ruedas y su máscara mortuoria. Todos ellos fueron utilizados por Förster-Nietzsche para promover el culto sesgado a las ideas de su hermano. Walter advierte que “Elisabeth iconizó y marcó a su hermano, influyendo en la recepción y lectura de su obra con tendencias fascistas y nacionalistas”. Por eso su hermana y su madre quedaron decepcionadas con el retrato de Nietzsche que encargaron al pintor Kurt Stöbing. Unos años más tarde, Edvard Munch pintó un acertado retrato de Nietzsche vestido de Zaratustra.

A finales del siglo XIX, la lectura de Nietzsche era imprescindible entre los artistas de vanguardia. Elisabet Förster-Nietzsche necesitaba dinero, así que abrazó a escritores como André Gide y Hugo von Hofmannsthal, admiradores de su hermano, pero tras la Primera Guerra Mundial, Förster-Nietzsche se dio cuenta de que Mussolini era seguidor de su hermano y se puso en contacto con él, le envió libros para recaudar fondos. Luego, con el ascenso del nazismo, se entregó a Hitler para convertirse en una estrella. Olvidó que unos 30 años antes, los artistas de vanguardia europeos habían admirado a Nietzsche. Porque siempre buscó poder y apoyo, y nadie estaba dispuesto a dárselo, recuerda Walter. El mobiliario va acompañado de varias fotografías antiguas de partes del mismo. Recuerdan acontecimientos y entornos que su hermana había promovido como lugares casi sagrados, como la cámara funeraria de Nietzsche. En el plano personal, un espejo de pared recuerda el matrimonio de Elisabeth con el profesor Bernhard Förster, conocido antisemita. La estrella de mar, el reloj y la mecedora recuerdan también la fundación de una colonia aria en Paraguay. La colonia fracasó económicamente y su marido se suicidó. Cuando ella regresó, la colonia era un éxito y dijo que se había convertido en Reina de Nueva Germania y que había encontrado una nueva misión: alimentar el culto a su hermano”, concluye Schwartz.

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