Madrid, 25 ago (EUROPA PRESS) – ‘Los problemas intestinales pueden ser señales tempranas de la enfermedad de Parkinson’.
Ciertos problemas intestinales, como el estreñimiento, la dificultad para tragar y el síndrome del intestino irritable (SII), pueden ser señales tempranas de alerta de la enfermedad neurológica de Parkinson, sugiere un estudio publicado en la edición digital de la revista Gut.
Se cree que los síntomas gastrointestinales preceden a la aparición de enfermedades cerebrovasculares, como el ictus y los aneurismas cerebrales, y de la enfermedad de Alzheimer, y se ha sugerido que las afecciones intestinales también podrían preceder a la aparición de la enfermedad de Parkinson (hipótesis de Braak).
Para probar esta hipótesis, los investigadores utilizaron datos de una red nacional de historiales médicos de EE.UU. (TriNetX) para examinar a 24.624 personas diagnosticadas con la enfermedad de Parkinson de causa desconocida, aquellas diagnosticadas con otros trastornos neurológicos -enfermedad de Alzheimer (19.046 personas) o enfermedad cerebrovascular (23.942 personas) o a los que no se les había diagnosticado ninguno de los dos (24.624; grupo de comparación).
Los pacientes de Parkinson fueron emparejados con otros grupos por edad, género, raza, etnia y duración del diagnóstico, y se comparó la frecuencia de la enfermedad intestinal en sus registros electrónicos de salud en un promedio de seis años antes de que fueran diagnosticados con la enfermedad de Parkinson.
Los investigadores luego probaron la misma hipótesis de una manera diferente: todos los adultos de la red que habían sido diagnosticados con cualquiera de las 18 enfermedades intestinales fueron divididos en grupos separados, uno para cada una de las enfermedades objetivo.
Las personas en estos grupos fueron emparejadas con personas sin enfermedades intestinales específicas, y cuántos de ellos desarrollaron la enfermedad de Parkinson u otros trastornos neurológicos fue monitoreado en los registros médicos durante cinco años.
Ambos análisis mostraron que cuatro trastornos intestinales estaban asociados con un mayor riesgo de diagnóstico de la enfermedad de Parkinson.
En concreto, la gastroparesia (retraso en el vaciado gástrico), la disfagia (dificultad para tragar) y el estreñimiento se asociaron con más del doble de riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson en los cinco años anteriores al diagnóstico, mientras que el SII sin diarrea se asoció con un 17% más de riesgo.
Sin embargo, la apendicectomía parece ser profiláctica, lo que plantea interrogantes sobre el papel potencial del apéndice en el proceso de la enfermedad que conduce a la enfermedad de Parkinson, dicen los investigadores.
Ni la enfermedad inflamatoria intestinal ni la vagotomía (extirpación total o parcial del nervio vago para tratar la úlcera péptica) se asociaron a un mayor riesgo.
La dispepsia funcional (ardor o hinchazón en el estómago sin causa aparente), el SII con diarrea y otros trastornos intestinales, incluyendo la diarrea y la incontinencia fecal, también fueron más comunes en las personas con enfermedad de Parkinson. Sin embargo, estas afecciones también eran más frecuentes antes de la aparición de la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad cerebrovascular.
Se trata de un estudio observacional y no puede demostrarse una relación causal. Los investigadores también destacan varias limitaciones de los resultados, como el periodo de seguimiento relativamente corto y la posibilidad de que la información diagnóstica registrada en los historiales médicos electrónicos fuera incompleta.
No obstante, concluyen que éste es «el primer estudio que establece pruebas observacionales sustanciales de que un diagnóstico clínico de síndrome del intestino irritable sin disfagia, parálisis por insuficiencia gástrica o diarrea, así como estreñimiento, predice específicamente el desarrollo de la enfermedad de Parkinson». Estos hallazgos justifican la vigilancia de los síndromes gastrointestinales en pacientes con alto riesgo de enfermedad de Parkinson y subrayan la necesidad de seguir investigando los antecedentes gastrointestinales en la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad cerebrovascular.