Madrid, 23 Ago (EUROPA PRESS) -.
Uno de los mitos más extendidos sobre el embarazo es que la forma de la barriga de la madre indica el sexo del bebé. Sin embargo, según la doctora Alexandra Izquierdo, ginecóloga especialista en reproducción asistida y directora médica de Eugene Madrid, la forma de la barriga depende también de otros factores como el tamaño de la madre, la cantidad de líquido amniótico en el útero, el tamaño del feto y la forma de la pelvis.
Está comúnmente aceptado que cuanto más masculino sea el sexo del bebé, más puntiagudo será el abdomen, y cuanto más femenino, más redondeado, pero no existe ninguna base científica para ello. Esta forma también depende de la complexión de la madre y de otros factores, por ejemplo, cuanto más alta sea la madre, menos sobresaldrá el abdomen y más pequeño parecerá visualmente. En cambio, si la madre es pequeña, el abdomen sobresale más. Esto se debe a la posición del feto en el útero.
La búsqueda del bebé y el embarazo son periodos de la vida de la mujer en los que surgen muchas dudas. Las más comunes se refieren a las relaciones sexuales, el sexo del bebé y las hemorragias.
En este sentido, el doctor Izquierdo asegura que ‘la posición del coito no tiene ningún efecto’ porque ‘para concebir, el semen debe permanecer primero en la vagina y esto no tiene nada que ver con la posición del coito’.
Elevar las piernas después del coito tampoco tiene ningún efecto. El semen ya está preparado para su viaje, independientemente de la posición de la mujer o del útero. Una vez que llega a la vagina, se producen los primeros cambios y unos pocos espermatozoides atraviesan el cuello del útero, dentro del cual llegan a las trompas de Falopio y fecundan el óvulo. La gravedad no afecta a todo este proceso, ni en la concepción natural ni en la reproducción asistida», explica el experto.
En cuanto a las relaciones sexuales durante el embarazo, los expertos aseguran que son seguras. Salvo que existan contraindicaciones especiales, no hay problemas con las relaciones sexuales durante el embarazo. Esto es especialmente cierto si hay hemorragia en las primeras fases del embarazo o si el embarazo avanza y hay contracciones uterinas que provocan la dilatación del cuello del útero.
Durante el embarazo también pueden producirse sangrados distintos a los de la menstruación, aunque a veces se confunden. En primer lugar, el Dr. Izquierdo señala la hemorragia de implantación, que se produce en aproximadamente el 30% de las mujeres durante el primer mes y está causada por la rotura de pequeños vasos sanguíneos en el endometrio a medida que el embrión se adhiere a éste. La hemorragia no suele ser muy abundante, es de color marrón y dura varios días. Este sangrado puede confundirse con la menstruación, pero sus características difieren de la menstruación normal.
Las hemorragias también son frecuentes al principio del embarazo (20-30% de las mujeres). Las principales causas son los hematomas occipitales, el aborto espontáneo o el embarazo ectópico. Si el sangrado es abundante, de color rojizo y va acompañado de otros síntomas (dolor abdominal, mareos, fiebre), los expertos recomiendan acudir al ginecólogo para un examen completo.
Las hemorragias en el segundo o tercer trimestre del embarazo son menos frecuentes, pero siempre hay que descartar que la causa no sea de origen placentario. Cualquier alteración en la inserción placentaria puede comprometer el correcto curso del embarazo. ‘Es importante seguir las revisiones obstétricas recomendadas para detectar estos cambios lo antes posible y prevenir posibles complicaciones para la madre y el feto’, explica la especialista.
Por último, «las hemorragias durante el embarazo también pueden deberse a traumatismos en la vulva, la vagina o el cuello uterino (impacto por relaciones sexuales o deporte)».
Si no es posible la concepción espontánea, la doctora Izquierdo recomienda realizar una prueba de fertilidad un año después de haber mantenido relaciones sexuales frecuentes sin protección en el caso de las mujeres menores de 35 años, y seis meses en el caso de las mayores de esa edad.
Y añade: «En pacientes diagnosticadas de enfermedades que pueden reducir la fertilidad, como la endometriosis, el síndrome de ovario poliquístico, la presencia de miomas o antecedentes familiares de menopausia precoz, es aconsejable consultar al especialista tras seis meses de relaciones sexuales sin protección, incluso a una edad temprana.»
Los ginecólogos también señalan que debe recurrirse a la reproducción asistida si la pareja tiene antecedentes familiares de enfermedades genéticas graves o ha tenido embarazos anteriores. Técnicamente, se pueden realizar pruebas de detección de portadores (pruebas que permiten detectar mutaciones en personas sanas que pueden transmitirse a la descendencia).