Madrid, 30 Sep (EUROPA PRESS) -.
Después de una carrera o de un ejercicio intenso, la gente descansa más tiempo en el sofá, coge el ascensor en lugar de las escaleras, evita sacar al perro a la calle o prefiere que le lleven la compra a casa. Es un impulso de no hacer nada, una “recompensa” a la actividad extenuante.
Diversos estudios han demostrado que las personas tienden a ser más “flojas” cuando se trata de actividades cotidianas que tienen un componente de actividad física, aunque la actividad física más planificada, como ir al gimnasio o a la pista de atletismo, no se considera ejercicio o actividad deportiva.
Un metaestudio de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) muestra exactamente esto, confirmando que cuanto más tiempo hacen ejercicio las personas, más tienden a reducir sus actividades físicas cotidianas no relacionadas con el ejercicio, como ir en bicicleta al trabajo en lugar de ir en coche y subir escaleras en lugar de utilizar el ascensor.
Según los autores del estudio, se trata de una consideración importante para quienes desean perder peso. En el 67% de los estudios, las personas redujeron su actividad física diaria a cambio de un mayor entrenamiento”. afirma Julie Marvel Mansfeldt, estudiante de posgrado del Departamento de Nutrición, Ejercicio y Deporte (NEXS) de la Universidad de Copenhague.
El estudio, publicado en la revista Current Nutrition Reports, es una revisión sistemática de 24 estudios de encuestas.
Los niveles de actividad física regular parecen desempeñar un papel importante en el éxito de la pérdida de peso”, afirma Mansfeldt. La pérdida de peso consiste en modificar el equilibrio entre la cantidad de energía que se consume y la que se gasta. Se puede comer menos o hacer más ejercicio”, afirma Julie Marvel Mansfeldt.
En teoría, si aumentas tu actividad física, deberías perder peso si te falta energía. En la práctica, sin embargo, ambas cosas rara vez están relacionadas y la pérdida de peso por el ejercicio suele ser menor de lo esperado. Esto indica que debe existir algún mecanismo compensatorio.
‘Sorprendentemente, al contrario de lo que mucha gente piensa, empezar un entrenamiento físico no suele conllevar un aumento de la ingesta de alimentos. Esto sugiere que debe haber una reducción de la actividad física no relacionada con el ejercicio, es decir, toda la actividad física que realizamos en nuestra vida diaria aparte del ejercicio planificado”, explica el autor principal del estudio.
Un estudio concluyó que esta reducción era responsable de un 22% menos de pérdida de peso de lo esperado en los programas de entrenamiento físico de los sujetos.
Autoinfligido
Según la estudiante de posgrado Julie Marvel Mansfeldt, es probable que sea una mezcla de mecanismos fisiológicos y psicológicos lo que hace que seamos menos activos físicamente fuera del tiempo de ejercicio.
Podría ser una compensación por sentirnos más cansados después de una sesión de entrenamiento en el gimnasio. Pero quizá también intervengan factores psicológicos. Se activa una especie de sistema de recompensa que nos hace pensar que merecemos tumbarnos en el sofá y evitar dar largos paseos con el perro o ir en coche al supermercado en lugar de ir en bicicleta”, explica.
Por otra parte, esta recompensa también está relacionada con la comida. Cuanto más ejercicio se hace, más hambre se siente y más se acaba comiendo, pero las investigaciones en este campo sugieren que tal compensación no es tan frecuente. En la actualidad, los programas de pérdida de peso con ejercicio siempre indican que los participantes deben tener cuidado de no comer más”, afirman los investigadores, que subrayan que estos programas también recomiendan mantener una rutina de actividad y no aflojar después del ejercicio.
El estudio también demostró que una disminución compensatoria de la actividad física sin ejercicio es una respuesta común tanto en hombres como en mujeres, y tanto en personas con sobrepeso como en aquellas cuyo peso se sitúa en el rango saludable. También demostró que las personas con “afecto positivo” (las que disfrutan con el ejercicio y muestran estados de ánimo positivos como placer, interés y atención) comen menos y, en consecuencia, pierden más peso que las que tienen “afecto negativo” (las que piensan que el ejercicio es difícil y poco divertido).