San Sebastián La directora mexicana Lila Avilés llega a San Sebastián para cerrar su larga gira por festivales de cine con el drama infantil Tótem. Como ya demostró en La camarista, ha mostrado un renovado interés por contar otras historias de su país, alejadas de los aspectos oscuros y violentos que se suelen ver en otras directoras. La entrevistamos en exclusiva para hablar de sus triunfos y preocupaciones.
Según varios medios mexicanos, su película ha sido nominada al Oscar.
-La noticia estaba casi, anunciada oficialmente.
-Estás en San Sebastián después de muchos festivales de cine, tras estrenarse en Berlín el pasado mes de febrero, ¿cómo ha sido para ti esta experiencia?
-Es increíble. Imagínate que he tenido la oportunidad de ir a Berlín en sólo un año: ….. Asistí a unos 0,40 festivales de cine (risas). Tuve la suerte de que proyectaran un corto en Venecia y gané un premio en Lima. Es una alegría porque hacemos películas con amor, pero es como tirar una moneda al aire: nunca sabes cómo va a ser reconocido. Pero lo importante es que la hicimos con amor y por suerte tuvo mucha difusión en muchos países.
-Es como un sueño, ¿verdad?
-más aún después de la pandemia del Covid 19. A pesar de todo, es un logro, casi una batalla. Porque todos los que trabajamos en la industria cinematográfica sabemos que tenemos que luchar para avanzar. Es un esfuerzo colectivo en el que participan críticos, festivales, cines independientes y multicines de renombre, y también debemos abrirnos camino en la cartelera.
-La película rompe con los estereotipos del cine mexicano, a menudo asociado a la violencia, un enfoque que parece favorecer a los festivales. ¿Por qué eligió un camino diferente y qué le inspiró?
-Soy mexicano y México tiene muchas facetas. Desde mi primera película, La Camarista, vengo diciendo que en este país hay más gente buena que mala (risas). Afortunadamente, todavía puedo entablar conversación con la gente por la calle. En México hay mucho humor. Por supuesto, hay situaciones tristes, como la violencia y las desapariciones. Pero también hay, inevitablemente, diversidad cultural y alteridad, que tengo el privilegio de poder explorar. Desde un punto de vista más personal, fui madre muy joven, así que ya he asumido el papel de hija y madre. Quería explorar el concepto de hogar: cómo nos habitamos a nosotros mismos. En esta película, la protagonista, Sol, es una niña de siete años que ha crecido fuerte.
-¿He oído que usted también tiene una niña?
-No, la verdad es que no. Ahora tiene 17 años, es una adolescente.
-Nos gusta ver a México desde otra perspectiva y nos gusta cuando cineastas como usted presentan una visión diferente de México.