Barcelona ‘Independencia o elecciones’ Hace sólo un año que la presidenta de la ANC, Dolores Feliu, retó a los políticos catalanes y a las organizaciones responsables de que Cataluña siga siendo una comunidad autónoma. Desde entonces, poco ha cambiado el discurso de Assambrea, pero sí ha habido muchos cambios en el contexto político propiciados por la diada. El más notable es que el presidente del Estado ha vuelto a las manifestaciones independentistas. El año pasado, Pere Aragonés consideraba que «no era coherente» participar en esa manifestación porque su mensaje iba «contra partidos y organizaciones políticas y no contra España». Ahora, sin embargo, Aragonés está convencido de que la manifestación pretende ‘presionar al Gobierno español con motivo de la ceremonia de unción’. Dos años de negociaciones con España han fracasado y ha llegado el momento de pasar de las palabras vacías a la acción y la confrontación».
Esto no concuerda del todo con la estrategia de ERC, que sigue apostando por el diálogo, ni con la de JxCat, que negocia con el PSOE la investidura de Pedro Sánchez. La amnistía es ahora la base del debate, como ha puesto de relieve el ex presidente en el exilio Carles Puchdemont. En el fondo, el PSOE y sus socios de Estado van por el buen camino, porque empiezan a ir por la buena senda sin abandonar la autodeterminación. Pero claro, no hace tanto que la amnistía fue recibida con similar animadversión. Aprovechando estas negociaciones, el pasado viernes, en la Cadena SER, Feliu defendió el uso de la amnistía para volver a declarar la independencia. Ella misma admitió que «desde el principio, España podría no reconocer la DUI».
La Diada de 2022 se convirtió en una Diada de la discordia, con silbidos contra dirigentes de ERC en el Fossar de les Morelles, el Monumento a Rafael Casanova y la manifestación de la tarde. Ya entonces, los conflictos entre los diferentes partidos eran latentes, pero también entre las estrategias de las distintas organizaciones; JxCat abandonaría el Gobierno pocas semanas después, y la CUP ha sido crítica con prácticamente todos los demás actores en los últimos meses.
A diferencia del año pasado, este año Aragonés y ERC se sumaron a la manifestación, y Òmnium, a través de su diputado, Kim Forn, anunció que compartía punto por punto el manifiesto parlamentario. Los objetivos políticos de la dirección de la ANC no han cambiado, y siguen proponiendo una lista ciudadana para derrotar a los partidos tradicionales en las futuras elecciones catalanas. En los últimos meses, todo el mundo ha hecho cuentas y muchos han llegado a la conclusión de que la imagen de desconexión que se dio el año pasado es muy perjudicial para el movimiento.
Y hay pruebas de ello. Esquerra no sólo se ha visto obligada a llevar el día a día del gobierno en solitario, sino que ha tenido que pactar con el PSC, entre otras cosas, los presupuestos de la Generalitat; la pérdida de 300.000 votos en las municipales de mayo y de 600.000 en las generales de julio ha obligado a todos los partidos a reflexionar sobre la situación, pero la aritmética parlamentaria volvió a dar a los partidos independentistas la llave de su capacidad de gobierno. La CUP ha desaparecido del Parlamento español y la influencia de la Generalitat en la política es cada vez menor, a pesar de haber firmado un pacto de estabilidad con Esquerra hace dos años. Los Junts, que no se han echado atrás en las negociaciones sobre la atribución a España, también han empezado a entrar en contradicciones, rechazando de plano la posibilidad de su participación en la capacidad de gobierno del Estado.
Mientras que el PSC es el partido que más puede ganar con la reanudación de las conversaciones con Ciudadanos, con los grupos independentistas cada vez más recelosos, la amnistía podría ser un arma de doble filo para el Partido Socialista, que tendría que aceptar, por ejemplo, que Puigdemont y Oriol Junqueras volvieran a competir por el cargo de primer ministro del Estado.
La ANC no se ha librado de las calamidades del independentismo, entre ellas una crisis interna en la que dimitieron 13 secretarios nacionales, la alarma en la cúpula al desconvocarse en enero el debate de listas cívicas con peticiones internas de dimisión de Feliu, y la revisión de cargos cuando la ANC rechazó la moción de abstención del 23-J La plaza del 1 de octubre y las las palabras de Feliu en la rebautizada plaza de España determinarán en gran medida cómo será la Diada independentista en 2023, si se mantendrá el tono de confrontación y discordia o si aún hay luz en la reconfiguración del movimiento.