Ciudad de México / SemMéxico – Evolución del ‘gasto para la igualdad de mujeres y hombres’ en el PPEF 2024 En el , no hay sorpresas al final del sexenio y todo sigue igual, dice la economista Magdalena García Hernández, experta en análisis de distribución de la riqueza y quien cada año advierte del embate contra las mujeres a través del presupuesto.
El presupuesto es desequilibrado, ambiguo, desinstitucionalizado, irrelevante, opaco, sustituido por programas clientelares contra la pobreza, sin perspectiva de género, sin padrón de usuarios, sin desagregación por sexo, sin indicadores de impacto para medir la reducción de las brechas de desigualdad.
El informe advierte de la eliminación de las mujeres como un problema estructural relacionado con la ceguera de las mujeres en la ciencia económica.
Sostiene que eliminar la palabra «mujeres» del diseño presupuestario y sustituirla por «personas» eliminaría el sesgo discriminatorio al incluirnos a todos. El contexto político es someter el poder potencial de las feministas dentro y fuera del país.
Un dirigente de Urban Thinkers y antiguo funcionario sugirió que había que centrarse en el conocimiento profundo de uno de los instrumentos más poderosos de la política macroeconómica: el presupuesto público.
Tenemos el conocimiento y necesitamos desarrollar estrategias para evitar el desmantelamiento de múltiples áreas de nuestras vidas y agendas cotidianas en el futuro».
Ante el cambio de autoridades federales, propone la necesidad de un nuevo modelo económico, como el de la escuela feminista de pensamiento económico, que ve la economía como parte de la vida cotidiana y debe construir vías alternativas para que hombres y mujeres compartan y elijan un camino democrático.
Cinco años de desmantelamiento de las políticas de igualdad
Los economistas observaron cómo los programas contenidos en el Anexo del Gasto para la Igualdad de Género eran emblemáticos para el Presidente. Avanzaron en el camino de la igualdad de manera limitada y borraron programas anteriores que esperaban fueran reforzados por este Gobierno, pero que no se concretaron.
‘El principio rector de la Estrategia de Montevideo es claro: los recursos para la igualdad de género deben abarcar todos los niveles y áreas de las políticas públicas’.
Señala que la Estrategia de Montevideo, aprobada por los gobiernos en la XIII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, organizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Gobierno uruguayo, celebrada en Montevideo del 25 al 28 de octubre de 2016, no se ha cumplido.
También señala que el presupuesto le permite ver claramente la embestida contra las mujeres, el ataque al equilibrio de poderes y el desmantelamiento de la burocracia con sus instituciones públicas cada vez más inestables.
Dos modelos económicos aplicados en el país
El modelo keynesiano para 1960-1980 se basó en la macroeconomía, mientras que el modelo austriaco para 1980-2024 profundizó la desigualdad.
Subrayó que el crecimiento sólo alcanzaría una media del 1% anual en los últimos seis años. A esto hay que añadir la falta de políticas anticrisis en la pandemia.
Entre 1960 y 1980, la inversión pública creció una media de poco más del 10% anual. Si en la era neoliberal el crecimiento hubiera sido menos de la mitad, digamos un 4,5%, el PIB se habría duplicado en 2018.
El deterioro del consumo privado significa una disminución del nivel y la calidad de vida de las mujeres y los hombres, y la desaparición de la movilidad social. En los años setenta, los secretarios podían comprarse un coche nuevo y viajar a Europa.
En detalle, señaló que el modelo económico keynesiano pretendía alcanzar altos niveles de producción, empleo y precios estables para atenuar la crisis económica mediante la intervención del Estado y reducir las brechas de desigualdad a través de políticas fiscales, monetarias y anticrisis. Es un modelo que ha logrado el mayor crecimiento económico de la historia y que se retoma tras cada macrocrisis, como en 2008-2009 y 2020-2021, pero se abandona.
De 1980 a 2024, el modelo austriaco, antítesis de la macroeconomía, dinamizó las economías desarrolladas con «nuevas y saludables desigualdades», bajó los salarios, eliminó los sindicatos, desmanteló los bancos de desarrollo, abandonó a las pymes, aumentó los impuestos indirectos, bajó los impuestos a las grandes empresas para proporcionar oportunidades de inversión privada y recursos, y reducir la participación del gobierno en la economía reduciendo el gasto público para tratar de ser «eficientes y austeros».
El crecimiento no se recuperó, las desigualdades geográficas y sociales aumentaron, el sector financiero se volvió más rentable que el sector real de bienes y servicios, y el bienestar de la mayoría de los ciudadanos se deterioró. Aumentó la deuda externa, se agravaron la inseguridad y la violencia (según el Índice de Malestar Social del FMI), la degradación del medio ambiente, los movimientos migratorios, el racismo y la delincuencia organizada.
El impacto también se ha dejado sentir en las mujeres. Alguien tiene que compensar lo que el Gobierno no ha hecho en educación, sanidad, desarrollo de infraestructuras e igualdad de género, así que se ha pasado la factura de la disminución de los salarios y las «eficiencias» de la austeridad.
No sólo han aumentado y se han intensificado las horas de trabajo reproductivo (trabajo doméstico y de cuidados, exacerbado por la pandemia), sino que ha aumentado el insumo de mano de obra, junto con la duración y la intensidad de la jornada laboral, para compensar o sustituir los menores ingresos familiares por salarios reales más bajos y, en su caso, salarios más bajos por un trabajo de igual valor.
Escuela feminista de economía
Como principal reto, concluye: abordar colectivamente las cuestiones macroeconómicas desde una concepción holística, interdisciplinar y feminista.
Incorporando el análisis necesario para combatir la corrupción y el crimen organizado.
El dogmatismo económico genera conformismo político, que inevitablemente estructura el comportamiento de mujeres y hombres en un paradigma que nada tiene que ver con el buen vivir.
Para introducir un modelo económico diferente, es necesario desmontar las metáforas y falacias neoliberales.
En un texto publicado por la CEPAL, señaló que recibió el valioso apoyo de economistas feministas y feministas no economistas por su amplio conocimiento y compromiso con la reflexión del mundo feminista latinoamericano.
Durante este recorrido, conoció la Escuela de Pensamiento Económico Feminista. Se trata de una escuela joven que, junto a las más importantes escuelas de pensamiento económico como la clásica, la neoclásica, la austriaca y la keynesiana, se enfrenta al tremendo desafío de desarrollar, integrar y difundir sus contenidos.
Esta difusión debe partir del hecho de que la economía no es una ciencia exacta, sino que forma parte de la vida cotidiana. En un mundo que afronta serios cambios estructurales que refuercen su contenido y fomenten visiones frescas y comprometidas, con pensamiento crítico de economistas, no economistas, jóvenes y mayores, de todas las personas de todos los grupos sociales, una alternativa que nos permita elegir un camino compartido y democrático hacia el progreso integral en una realidad compleja. Construye respuestas. Comprender el mundo, ser conscientes de nuestra fuerza y esforzarnos por construir una seguridad solidaria que se anteponga a la inseguridad construida es el camino a seguir para borrar el borrado institucional al que nos dirigimos ahora que se perfila el cambio de autoridades federales.
AM.MX/fm’.