Córdoba, 21 Sep (EUROPA PRESS) -.
La Universidad de Córdoba (UCO) ha participado en un estudio internacional que documenta cambios óseos post mortem asociados al uso ritual de restos, en lugar de alimentos, del Neolítico.
Según la universidad, muchos de los restos enterrados en cuevas prehistóricas presentaban cortes y marcas, que los científicos suponían que se habían utilizado para alimentarse.
Sin embargo, un estudio publicado por el investigador Rafael Martínez Sánchez, de la Universidad de Córdoba, junto con Zita Lafranchi y Marco Mirella, de la Universidad de Berna (Suiza), e investigadores de distintos centros de investigación, documenta cómo las sociedades prehistóricas procesaban y utilizaban los huesos humanos y avanzar así en el conocimiento de los rituales funerarios practicados durante el Neolítico y posteriormente.
Para ello, se han analizado más de 400 restos de adultos y preadultos procedentes de la Cueva de Los Mármoles, en Priego de Córdoba, que se conservan en el museo arqueológico local. Muchos de estos restos fueron descubiertos durante la anterior campaña arqueológica financiada por el Ayuntamiento de Priego y realizada en la cueva.
Con moldes realizados a alta resolución y estudiados con microscopios electrónicos, el equipo observó que muchas de las huellas de algunos de los huesos eran compatibles con un proceso de limpieza que tenía como objetivo utilizar los huesos como herramientas y no (al menos en principio) para la alimentación.
Como explica Martínez Sánchez, es difícil establecer si las marcas en los huesos corresponden a un uso (herramienta) o a otro (comestible). Sobre todo porque estos restos no están enterrados y se depositan en la superficie de la cueva, y a menudo han sufrido otro tipo de cambios tafonómicos a lo largo de los años (por ejemplo, por animales, pisoteo, etc.).
Sin embargo, el equipo de investigación cree que «las marcas en los huesos no se hicieron necesariamente para que las partes blandas fueran comestibles, sino que se limpiaron más cuidadosamente para su uso como utensilio». Como resultado, se han encontrado un peroné con la punta puntiaguda, una tibia deformada y un cráneo con la bóveda craneal conservada.
Además, la datación por carbono 14 de los 12 restos ha revelado tres periodos distintos de uso funerario en la cueva de Los Mármoles: 3800 a.C., 2500 a.C. y alrededor de 1300 o 1400 a.C.. El primero de estos periodos corresponde al Neolítico y coincide con el uso generalizado de los dólmenes para enterramientos masivos. Fue, por tanto, un periodo en el que convergió un mayor interés por la ancestralidad.
Esta coincidencia entre el momento de los primeros enterramientos en la Cueva de Los Mármoles y el inicio del periodo megalítico, junto con el hecho de que las marcas en los huesos no parecen compatibles con el consumo, refuerza la idea del grupo de investigación de que se trató de una operación de limpieza para preparar los huesos humanos para su uso como herramientas en algún momento.
Como sostiene Martínez Sánchez, «la idea parece ser la de reunir a los muertos en un mismo lugar, limpiar los cuerpos y utilizar los huesos como herramientas».
Con esta investigación, el equipo investigador consiguió identificar una manipulación de los restos que no estaba relacionada con el consumo, sino más bien con factores más complejos. Así, parece que los huesos se utilizaban para aspectos rituales y culturales tras el enterramiento. Desde finales del Neolítico hasta la Edad del Bronce, un periodo en el que «no se esperaba que los cuerpos siguieran enterrados en estas cavidades».