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30ª Bienal de Artes Visuales y Premios

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Las bienales, como siempre se repite, se suceden y no se parecen. La 30ª Bienal no es una excepción. El hecho de que se celebrara en las fechas correctamente anunciadas la hace diferente de las edic.

Las bienales, como siempre se repite, se suceden y no se parecen. La 30ª Bienal no es una excepción. El hecho de que se celebrara en las fechas correctamente anunciadas la hace diferente de las ediciones anteriores.

Se inscribió un número muy elevado de obras, se hizo una selección rigurosa y se le imprimió un sello más contemporáneo.

Lo que todo el mundo observó fue que entre las obras seleccionadas había muy pocos cuadros relacionados con las obras inscritas. Esta exclusión se debió sin duda al afán del jurado por el concepto y, sobre todo, la técnica impecable.

También puede haber influido el tamaño de los cuadros «enormes», que los artistas jóvenes creen erróneamente apropiados para la Bienal.

Por el contrario, se aceptan muchas instalaciones, consideradas aquí como un paso decisivo hacia la contemporaneidad, aunque esta categoría se practica universalmente desde hace décadas.

La cerámica, la escultura, el vídeo y la fotografía siguen relegados a un segundo plano. Peor aún en el caso del arte gráfico y la performance.

Lo mismo puede decirse de las ceremonias de entrega de premios, que, a diferencia de las anteriores, pretenden demostrar que se ha dado un paso adelante, aunque todavía en el pasado.

Había dos grupos de jurados, uno para la Selección y otro para los Premios. Ambos grupos de jurados se fusionaron en un Gran Jurado que seleccionó el Gran Premio.

Las tendencias observadas en la selección también se pusieron de manifiesto en la concesión de los premios: de más de 50 pinturas, sólo se concedieron dos (y una Mención Honorífica). En la categoría de instalación, se premiaron seis obras de una selección similar.

La pintura estuvo a punto de tocar fondo en esta 30ª Bienal, pero recuperó un fuerte protagonismo en la mayoría de los demás ámbitos. Esta caída es sorprendente, ya que históricamente es la categoría más alta del arte dominicano.

La escultura tuvo mala suerte con dos categorías, mientras que la fotografía, que ha cosechado grandes éxitos en varias bienales, sólo estuvo en una. El dibujo, a pesar de su alto nivel y perfección, no tuvo la suerte de ganar el Gran Premio.

Aunque no mencionaremos el máximo galardón de la última Bienal, queremos mencionar con gran satisfacción el Gran Premio concedido a Julio Valdés en la XXX Bienal Nacional.

Julio Valdés es un artista excepcional con una carrera polifacética que abarca décadas de investigación, producción e innumerables exposiciones individuales y colectivas de pinturas, dibujos, instalaciones y gráficos.

Afincado en Nueva York, ha alcanzado fama y gestión, y ha logrado convertir su estudio en un centro de transmisión cultural. Sin duda, Julio Valdés tiene el perfil de un ganador del Gran Premio de la Bienal.

En cuanto a su obra premiada, es la única que plasma el oscuro periodo de Covid 19, de 2020 a 2022, en una imagen unida por una terrible enfermedad y la muerte de 15 personas.

La trágica genealogía es un retrato de celebridades de todas partes, pero sólo una es anónima, símbolo de las innumerables víctimas. Otro reto es el apoyo. Sólo las máscaras «naturales» o teñidas aportan animación iconográfica.

Debido a esta textura irregular, los dibujos fieles son rústicos y carecen de la sofisticación a la que Julio Valdés nos tiene acostumbrados.

Conceptualmente, sin embargo, las líneas son solidarias, directas, descarnadas y una metáfora del destino. Retrato de una pandemia exige ser vista una y otra vez.

Esta espectacular instalación casi podría haber competido por el Gran Premio, ya que Zink también aporta pinturas expresivas e iluminación intermitente. Techo a dos aguas», de Marco Laura Reid. Sus mapas de la isla superan la geografía. El techo es su propia y singular estructura, que recuerda su destacada exposición en Miami, «Mi casa es tu casa, Amigo».

El premio de Yury Monchón por El Rancho de Tula confirma que el campo sigue siendo su tema favorito, pero con una técnica muy elaborada que transmite matices, ritmo y relevancia a la sencilla arquitectura criolla, su técnica ha mejorado considerablemente No cabe duda de que ha mejorado considerablemente su técnica. El segundo cuadro del mismo formato, con su texto de apoyo, no nos deja indiferentes (continúa)».

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