La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha designado el 15 de noviembre Día Mundial sin Alcohol para concienciar sobre los daños físicos y mentales que la bebida provoca en el organismo.
El uso nocivo del alcohol supone un desafío constante para el desarrollo social y económico de muchos países, entre ellos los del continente americano, donde el consumo es alrededor de un 40% superior a la media mundial, lo que da lugar a pautas de salud realmente peligrosas.
Según el Ministerio de Salud Pública de la República Dominicana, en las estadísticas de 2020, la República Dominicana ocupa el séptimo lugar entre los países de las Américas con mayor consumo de bebidas alcohólicas, con una media de 6,9 litros per cápita.
La República Dominicana fue el primer país del Caribe en participar en la Iniciativa de Concienciación sobre el Consumo de Alcohol de la OMS, así como en cerca del 50% de las muertes por accidentes de tráfico, según las estadísticas publicadas en 2022.
Otros estudios realizados por Salud Pública en 2020 en las dos maternidades del país muestran que un promedio de 400 embarazadas consumen alcohol, con edades comprendidas entre los 16 y 29 años, lo que genera preocupación por el impacto en el desarrollo de sus hijos.
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El consumo de alcohol tiende a ser la norma en muchas sociedades, pero no existe el consumo sin riesgo. Este tipo de consumo de riesgo se asocia a una serie de perjuicios para la salud y las aptitudes sociales, entre ellos más de 200 afecciones como enfermedades no transmisibles, trastornos mentales, traumatismos, VIH, violencia doméstica y reducción de la productividad.
Según las investigaciones de la OMS, la carga relativa del alcohol es mayor en los países menos desarrollados, y la carga de enfermedades y lesiones es mayor en los países con mayor consumo. Desde el punto de vista de la salud pública, se prevé que el consumo de alcohol aumente a menos que se apliquen políticas más eficaces.
Entre las medidas propuestas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se encuentra la de regular el consumo de bebidas alcohólicas, concienciar a las personas y a la sociedad en general de los problemas sanitarios y sociales que ocasiona el uso nocivo del alcohol, y ofrecer un tratamiento accesible y asequible a las personas que sufren trastornos por abuso de alcohol es crucial. Se subraya la importancia de todo ello.
Por su parte, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos afirman que el consumo de alcohol aumenta significativamente el riesgo de cáncer. Según el informe, cuando se consume alcohol, el cuerpo lo convierte en una sustancia química llamada acetaldehído, que daña el ADN y no puede ser reparada por el organismo; el ADN es el manual de instrucciones de la célula que controla su crecimiento y funcionamiento normales, y cuando el ADN se daña, las células empiezan a crecer sin control y aparecen tumores cancerosos Surge la posibilidad de formar un tumor canceroso.
En el caso de las mujeres embarazadas, beber alcohol durante el embarazo puede provocar defectos congénitos y discapacidades en el bebé. Conocido como trastorno del espectro alcohólico fetal (TEAF), este tipo de trastornos no sólo causan problemas en el aspecto, el crecimiento, el aprendizaje y el comportamiento de la persona, sino que también pueden provocar defectos congénitos en el corazón, el cerebro y otros órganos vitales del bebé, afectando a sus capacidades para toda la vida. Estos síntomas pueden prevenirse al 100% si la madre no bebe durante el embarazo.