Hace varios años que juré no escribir sobre el espinoso tema de la policía. En conversaciones con amigos, he sostenido que la policía, como institución llamada a mantener el orden, es un tema complejo. Esto se debe a que los políticos, sin excepción, casi siempre olvidan que la mayoría de los policías proceden de familias pobres y entran en la policía por necesidad económica, no como profesión.
Como dice la poetisa Altagracia Savignon, muchos policías entran en el cuerpo llenos de esperanza y se despiertan un día con la esperanza muerta.
Los proyectos de transformación y profesionalización de la policía han sido impulsados por algunos jefes policiales, pero lamentablemente, en muchos casos se han convertido en instrumentos de la coyuntura política y han tenido que asumir la deuda social acumulada por los distintos gobiernos.
Por esta razón, cuando el presidente Luis Abinader designó al actual mayor general Eduardo Alberto Jen como comisionado, no tenía muchas esperanzas. Sin embargo, debo reconocer que este jefe policial se ha dedicado en cuerpo y alma a una tarea ingente. Ha sido humilde y ha desempeñado sus funciones con gran vigor. Y lo que es más importante, este jefe de policía cuenta con el pleno apoyo del Abinader, no en teoría sino en la práctica, para lograr un aumento significativo del número de agentes del orden.
El soldado raso de la policía ha cobrado 29.025,07 dólares desde octubre, el cabo 30.693,03 dólares, y así sucesivamente. Si bien es cierto que se necesita un marco teórico para profesionalizar a la policía y convertirla en una organización preventiva y no represiva, lo fundamental es elevar su nivel de vida, cosa que el Presidente ha hecho.
No quiero hablar de estadísticas porque siempre son especulativas. Pero creo que el pueblo dominicano entiende, como percepción, que Eduardo Alberto Jen ha hecho un gran trabajo y se ha ganado la confianza del jefe de Estado por su lealtad, su trabajo y, sobre todo, por decirle la verdad al Presidente.
No nos queda más remedio que apostar por la nueva policía.