Cuesta lo mismo poner un bloque en el lugar equivocado que en el correcto. Esto es lo que me dijo un día Iko Abreu cuando, como arquitecto, analizaba un proyecto nacional fallido que podría haberse evitado con un poco de interés y rigor profesional.
No hace falta una reflexión jurídica sobre el hecho de que la Dirección General de Contrataciones Públicas (DGCP) haya ordenado la suspensión del contrato firmado por el Instituto Nacional de Transporte (INTRANT) para la instalación de una red semafórica en el Gran Santo Domingo.
El INTRANT tomó la decisión de apostarlo todo al discurso de la inteligencia artificial como única panacea para solucionar el caos del tráfico. Aunque puede haber razones técnicas para ello, y está en su derecho de hacerlo, ignoró la realidad que se manifiesta en cada cruce con la temeraria falta de respeto a la autoridad por parte de los conductores. Tiene mucho que ver con nuestras peculiaridades, pero sobre todo con la negativa del INTRANT a aceptar y actuar conforme a la tolerancia e inmunidad con que los agentes de la DIGESETT gestionan el tráfico, y que uno de los problemas fundamentales es la educación vial.
No obstante que se trata de un caso entre industriales y que hay intereses en juego, el hecho de que la DGCP haya suspendido el contrato bajo la premisa de haber observado hallazgos preliminares e indicios de graves irregularidades por incumplimiento del debido proceso, es motivo suficiente para que el INTRANT, garante de la transparencia en sus procedimientos, valide esta decisión y suficientemente fundamentada para apoyarla activamente. Sin embargo, este no es el caso en la práctica, y en lugar de aceptar la posibilidad de ser la supuesta víctima de una conspiración, el INTRANT utiliza el discurso del Presidente Abinader sobre la transparencia como baluarte contra la crítica pública.
La necesidad de ordenar el tránsito, dotar al Estado de un sistema que garantice el orden vial, el registro de vehículos y sus consecuencias, así como dotar al Estado de los medios para mejorar la seguridad ciudadana, es un asunto de interés nacional que merece todo el apoyo de los ciudadanos, y con el apoyo (no cuestionamiento) de la DGCP, se podría haber logrado de manera incuestionable Pero no ha sido así.
Mientras tanto, se siguen esperando los tan cacareados semáforos inteligentes. También hay estudios técnicos que avalan la validez de cambios viales, propuestas de pares viales e iniciativas cuestionables como Ciclovía y Parquea Bien.
La inteligencia artificial aún no está cerca, así que habrá que seguir con la gestión del tráfico por agentes analógicos.