Carles Puigdemont, huido a Bélgica para esquivar a la justicia española en 2017, es culpable, no víctima.
El presidente del Gobierno socialista español, Pedro Sánchez, asumió un gran riesgo al firmar un acuerdo con el separatista catalán Carles Puigdemont para mantenerse en el poder.
A cambio de los votos del partido, imprescindibles para que Sánchez llegue al poder la próxima semana, los separatistas catalanes lograron que el Parlamento aprobara en breve una ley de amnistía para los independentistas procesados por la justicia española, principalmente por su implicación en el caso del intento de secesión de 2017.
La amnistía, que es percibida por algunos sectores de la sociedad española como una amenaza al Estado de Derecho, ha causado una gran polémica en el país seis años después del turbulento otoño de 2017, cuando España vivió una de sus peores crisis políticas en décadas.
Y el impacto de esta decisión ya se refleja en la intención de voto.
Según el último barómetro de la agencia gubernamental CIS, publicado este viernes, los socialistas pierden 1,3 puntos porcentuales en un mes (31,3% frente al 32,6% de octubre), mientras que la principal formación de derechas, el Partido Popular (PP), gana 1,7 puntos porcentuales (33,9% frente al 32,2%).
– Protestas.
El PP, que fue el partido más votado en las elecciones parlamentarias de julio, no recibió apoyo suficiente para presentar un candidato en las siguientes sesiones parlamentarias, pero ahora está movilizando a los españoles de todos los partidos para protestar contra la futura amnistía.
Este domingo, el Partido Conservador celebrará nuevas concentraciones en las principales ciudades del país.
La número dos del PP, Cuca Gamarra, llamó el viernes a todos los ciudadanos indignados, a todos los españoles que no se han rendido, a todos los ciudadanos que quieren hacer oír su voz, a unirse a las protestas.
El partido de extrema derecha Vox fue más allá y llamó a los españoles a resistir.
Durante una manifestación frente a la sede del Partido Socialista (PSOE) en Madrid el jueves por la noche, Santiago Abascal, líder del partido ultranacionalista, declaró que “tenemos el deber de resistir al Gobierno y a los tiranos que, junto con todos los enemigos de España, pretenden ganar apoyos para la ceremonia de investidura”.
Las protestas se han celebrado todas las noches durante la última semana frente a la sede del partido PSOE, y en los últimos días han derivado en disturbios y acción policial. Según la Delegación del Gobierno, la policía detuvo a 24 personas en la concentración del jueves, a la que asistieron unas 8.000 personas.
El descontento crece no sólo entre los jueces conservadores, sino también en el seno de la judicatura.
En una declaración el jueves, la principal asociación de jueces dijo que partes del acuerdo entre el Partido Socialista y Puigdemont equivalían a una violación de la separación de poderes y provocaban una falta de confianza en el funcionamiento del poder judicial.
– Aliados inesperados Puigdemont.
La futura ley de amnistía, que está siendo vigilada de cerca por Bruselas, que esta semana pidió más información sobre su alcance, también ha causado divisiones dentro del propio Partido Socialista de Sánchez.
Carles Puigdemont, huido a Bélgica en 2017 para escapar de la justicia española, es culpable y no víctima. Este barón socialista arremetió directamente contra el presidente Puigdemont, al considerar que no debe pactar con un hombre que, en su afán de gobernar, pretende destruir la Constitución y la unidad del país.
Más allá de la crispación actual, lo que ahora cuestiona el presidente Sánchez es la credibilidad de Puigdemont, que en los últimos años ha criticado duramente a su propio Gobierno.
El politólogo Oriol Bartomeus cree que el partido de Puigdemont tiene poco que ver con la capacidad de España para gobernar, y que su prioridad es demostrar a su base de apoyo catalana que es más independentista y más duro en las negociaciones que ERC, el otro principal partido separatista.
Hay riesgos, pero eso es lo que prefiere Pedro Sánchez, añadió.