Ciudad de México (Proceso) – A mediados de octubre asistí en Quito a la primera Conferencia Latinoamericana de Comunicación. Ahí, durante tres días, se discutieron los retos del pensamiento subcontinental y las extravagantes prácticas mediáticas e informativas contemporáneas.
Entre ellas, las declaraciones realizadas pocos días después de la escalada de violencia en Israel y la Franja de Gaza, y un año y medio después del inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania. Los conflictos armados pusieron de manifiesto la ausencia de diálogo y subrayaron la necesidad de abordar, renovar y reforzar la comunicación para la paz.
Pero no fue el único tema. Los 300 pensadores participantes propusieron repensar el antropocentrismo y considerar el biocentrismo. Sin biocentrismo no se puede garantizar el derecho a la vida.
La conferencia, organizada por el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL) y la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social (FELAFACS), fue una gran oportunidad para mostrar que no sólo Ecuador está en el centro del mundo, sino que la comunicación, y su nos recuerda que todas las extensiones son cada vez más centrales y abarcan procesos intermediarios contemporáneos como la información, lo social, lo económico, la salud y el ocio.
Con representantes de 20 países de las Américas reunidos en la sede de la CIESPAL, esta declaración reconoce el auge del capitalismo y del neoliberalismo como un gran desafío para la comunicación y reclama intervenciones a favor de la justicia social, de género y climática.
¿Cómo intervienen? Por ejemplo, proponen un enfoque y una perspectiva más integradores, abogando por nuevas políticas y metodologías de investigación que vayan más allá de los indicadores de mano dura. También piden a las instituciones implicadas en programas de comunicación que revisen sus planes académicos y ofrezcan un perfil más crítico. En particular, se reitera la necesidad de tener muy en cuenta la igualdad de género y el respeto en todas las formas de representación y la necesidad de reflejarlo en las narrativas y prácticas de los medios de comunicación.
En cuanto a la educación, llama al diálogo con diversas disciplinas, a la investigación de las demandas sociales y a prestar especial atención al desarrollo y producción de contenidos que desafíen el dominio del mercado de la imagen y el régimen de dominación de la visualidad, con fines decoloniales y antiimperialistas.
Ojalá los miembros de las asociaciones públicas autónomas de México, legisladores o representantes de nuestro partido, pintados y anunciados en los muros del país, se hubieran sumado en estos momentos en que comienzan a sonar los tambores preelectorales y electorales. Porque otro punto de la Declaración era alentar a los gobiernos de la región a desarrollar y promover políticas públicas de comunicación que ofrezcan garantías para una actividad periodística digna, segura y ética, incluyendo la redistribución equitativa de frecuencias radioeléctricas y el financiamiento a medios comunitarios, populares, ciudadanos y alternativos. Esto es así porque.
Muchos temas, muchas preocupaciones. Frente a la irresponsabilidad y promiscuidad de los gigantes tecnológicos que han logrado cautivar audiencias a través de las redes sociales digitales y los dispositivos móviles, reconociendo implícitamente la proyección y expansión del término comunicación como elemento consolidador o desintegrador de los problemas mayores que enfrenta el mundo, estos 14 puntos se convocan, todo un reto. En su discurso inaugural, César Bolaño abordó la visión 2030 de la “economía política de la comunicación y la cultura”, señalando que en la actual Internet, cada vez más privada, las plataformas digitales median elementos de las relaciones capitalistas. El académico, economista político y periodista de la Universidad Federal de Sergipe, Brasil, explicó que los grandes oligopolios de alta tecnología se superponen a los antiguos y que estamos en un periodo de transición entre el poder mediático y el poder económico, y señaló que el reto es conocer los elementos y detalles de lo que significa esta transición.
Entre los principales ponentes se encontraban Claudia Villamayor, de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, que habló sobre la comunicación popular en el subcontinente, sus retos y perspectivas desde una perspectiva de género, y Raúl Fuentes Navarro, investigador del ITESO, México, cerró la conferencia con una charla sobre las nuevas perspectivas teóricas de la comunicación en América Latina en relación con las relaciones de poder formativo y las dinámicas de poder.
Casi todas las mesas de trabajo a las que asistí en Quito expresaron en mayor o menor medida su preocupación por el crecimiento político de Tik Tok, Instagram, Facebook, YouTube, Twitter (X), Youtube y empresas como Meta, Microsoft, Apple, Amazon y Google. Así fueron. Aún sabemos que han sido integradores y facilitadores de dinámicas culturales y sociales y han permitido la comunicación horizontal en la vida cotidiana.
Todo el mundo se queja del fracaso del previsible potencial democrático y horizontal de estas herramientas. Y quizá deberíamos haber escuchado las posiciones escépticas de los pensadores críticos que no confían en su capacidad para igualar el mundo y dar voz real a las audiencias.
En mi caso, como periodista y profesor de comunicación y tecnología, he confirmado en los últimos años un cierto optimismo en que internet y las redes sociales digitales son igualadoras de la realidad. Por ejemplo, cuando se utilizaron los movimientos sociales, las protestas e internet, como la Primavera Árabe, #YoSoy132 o #InternetNecesario y #OccupyWallStreet, sirvió como espacio para el pluralismo y la libertad de expresión en algunos países funcionó y seguirá funcionando dentro del contexto local. Como decía el filósofo francés Paul Virilio, ante un tema técnico, sea cual sea, hay que volver a tomar distancia. Hay que ser crítico.
Ese optimismo ha permitido que el monstruo de las empresas digitales siga acaparando nuestra atención dominando ya las prácticas cotidianas en grandes partes del mundo, influyendo en los medios de comunicación impresos y colaborando amable e ilegalmente con los gobiernos en la vigilancia masiva, la invasión de la intimidad y la imposición de políticas de uso supranacionales. Se trata de un auténtico distanciamiento de la idea de que podemos habernos equivocado.
Ha llegado el momento de abordar estas ideas, quizá un poco más elaboradamente, como referencia o ancla para el autoelogio. Es quizá una reflexión teórica, científica y académica necesaria en medio de la crisis bélica en Medio Oriente y el golpe climático a nuestro querido Acapulco. En ambos casos, hay una preocupación, solidaridad y llamado a una verdadera comunicación por la paz y la prensa que no sólo se solidariza con la tragedia, sino que nos ayuda a enfrentar las nuevas dinámicas en la era hiperdigital de la vida. La pausa de tres días en Ecuador fue un ejercicio para reconocer lo que sucederá en el futuro cercano y para desentrañar algunas de las dinámicas de una era moderna saturada de contenidos cortos y pantallas corporativas globales que han tomado cada vez más el control de las audiencias. Cuando volvamos a nuestra propia realidad como profesores, medios de comunicación y ciudadanos, nos corresponde difundirla, debatirla, cuestionarla y encontrar soluciones locales, soluciones colectivas especiales, sobre todo adaptaciones muy creativas.
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*Profesor de tiempo completo en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. alcarlop@coletivos.org (Mastodonte).