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Seis inventos geniales de Galicia

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Galicia es también cuna de originalidad. De hecho, los inventores gallegos han utilizado su astucia y creatividad para dar vida a innovaciones que brillan con luz propia en el panorama mundial. Des.

Galicia es también cuna de originalidad. De hecho, los inventores gallegos han utilizado su astucia y creatividad para dar vida a innovaciones que brillan con luz propia en el panorama mundial.

Desde el futbolín que conquistó los salones recreativos de todo el mundo hasta las calculadoras y los pioneros libros electrónicos, los inventos gallegos con un legado de más de 100 años trascienden las fronteras nacionales, demostrando que no hay límites geográficos para su genialidad.

Acompáñenos en un fascinante viaje a través de seis inventos gallegos que han dejado su huella en la evolución de la tecnología y la cultura.

Alejandro Finisterre, también conocido como Alejandro de Finisterra, Alexandre Campos Ramírez fue el inventor del futbolín, que ideó mientras se recuperaba en el hospital durante la Guerra Civil española; lo patentó en Barcelona en 1937 y, con la ayuda de un carpintero vasco, fue el primer futbolín que se construyó.

A pesar de sus esfuerzos, en plena guerra no pudo encontrar una empresa que fabricara su invento. Unos años más tarde, Finistère se sorprendió al descubrir que su invento se había extendido por toda Europa, pero no fue reconocido porque la patente había sido registrada por un antiguo colega del hospital. A pesar de este contratiempo, su contribución al futbolín acabó siendo reconocida.

Además del futbolín, Finistère también inventó un juego popular llamado «El Hundimiento de la Flota», pero este logro es menos conocido. De su convalecencia nacieron dos pasatiempos que han enamorado a varias generaciones.

El abrelatas multiusos, conocido popularmente como el explorador español, fue inventado por el intrépido José Valle Armesto, de Negueira de Muniz, Lugo. Tras trasladarse a Gijón, este emprendedor decidió hacer realidad su visión en un taller que se convertiría en el epicentro de una revolución en el diseño industrial.

Este pequeño artefacto no sólo abre botellas con estilo y actúa como un ingenioso destornillador, sino que también utiliza con maestría su afilada cuchilla para abrir latas de todo tipo, desde refrescos hasta sabrosas conservas.

La genialidad de Valle Almesto no pasó desapercibida. Una audaz estrategia publicitaria le ayudó a labrarse una sólida reputación, así como un invento que le catapultó a lo más alto. Como prueba, en 1918 su taller funcionaba a pleno rendimiento, produciendo 150.000 llaves de alambre para abrir latas de conserva.

Ramón Silvestre Berea de Aguiar y García fue un genio estradense, ingeniero, periodista, escritor y artífice de la primera calculadora mecánica.

Sorprendentemente, esta maravillosa calculadora era capaz de sumar, multiplicar y dividir directamente números de hasta nueve cifras ¡en sólo 20 segundos! Se acabaron las sumas en cadena como antes.

Y el primer modelo de esta calculadora se conserva en un almacén de la sede de IBM en Nueva York, como parte de una colección iniciada por el fundador en 1930. ¡Qué genio!

Este ingenioso aparato, con sus circuitos eléctricos y sus bobinas automáticas, fue más allá de la mera transmisión de conocimientos, permitiendo la creación de textos en varios idiomas y abriendo la puerta a la lectura en formato digital.

La visión de Ángela Ruiz Robles sentó las bases de una revolución literaria y tecnológica. Más de medio siglo después, su genio sigue resonando en el tiempo, inspirando el desarrollo de los primeros libros electrónicos.

Este importante hito en la evolución de la lectura y la tecnología demostró cómo los visionarios pueden forjar el futuro y cambiar la forma en que interactuamos con la información. Este ingenioso invento, que puede manejarse a distancia, no sólo representa un gran paso adelante en la automatización, sino que también redefine la forma de mantener relucientes las superficies acristaladas del hogar.

La creatividad de Smartek ha introducido una solución innovadora que va más allá de la simple limpieza y ofrece a los propietarios de viviendas modernas una alternativa eficaz y cómoda. De este modo, Smartek es un ejemplo de cómo la innovación puede hacer nuestra vida cotidiana más práctica, eficiente y, sobre todo, agradable.

Prueba de su éxito puede verse en el catálogo de productos de una marca tecnológica prácticamente famosa, que presenta un robot limpiacristales claramente inspirado en la creación de Smartek.

Eduardo Barreiros, de Nogueira de Ramuín, Ourense, estuvo inmerso en el mundo del motor desde muy joven. Su brillante idea de convertir los motores de gasolina en motores diesel, más económicos y accesibles, pronto se convirtió en un gran éxito y nació la influyente planta Barreiros Diesel.

Este emprendedor gallego destacó en la industria del automóvil, fabricando el 40% de los vehículos pesados de España y trabajando con Chrysler para producir modelos icónicos como el Simca 1000 y el Dodge Dart.

¿Cuál será el próximo invento espectacular que salga de Galicia? Lo cierto es que la llama de la creatividad sigue ardiendo en esta tierra, y el futuro puede deparar apasionantes sorpresas.

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