Dajabón (EFE) – El lunes y viernes, cuando funciona oficialmente el mercado binacional Dajabón (noroeste de República Dominicana), miles de haitianos acudieron en masa a la frontera evitar el país vecino y abastecerse de artículos raros en su territorio, así como vender sus productos. Este lunes no es una excepción. A las 8 de la mañana, bajo la estrecha supervisión de la Fuerza de Seguridad Fronteriza (Cesfront) especializada y agencias de inteligencia, República Dominicana abrió su puerta fronteriza.
Del otro lado, miles de haitianos, en su mayoría mujeres, esperan desde el amanecer el inicio del mercado binacional. Puede leer: La imparable crisis de Haití trastoca las tradiciones de Semana Santa Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), la escasez de alimentos significa que casi la mitad de la población de Haití, o 4,97 millones de personas de 11 millones, se enfrentan a la inseguridad alimentaria y, entre ellos, 1,64 millones de personas se enfrentan a una inseguridad alimentaria grave. en la fase de emergencia 4 de la Clasificación Integrada de Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF).
Pero no sólo los haitianos vienen a comprar, también hay otros que vienen a ofrecer sus productos. Es el caso de Archibald Wilfred, de 45 años, que vive en la localidad haitiana de Juana Méndez (a pocos metros de la frontera) y lleva seis años regentando un puesto de comida en el mercado binacional. Ahora vendo más comida que antes porque desafortunadamente ya no hay mucha comida en el mercado.
Archibald dijo a Efe que había poca comida y nada de dinero. Sus clientes son principalmente comerciantes de diferentes ciudades de Haití, incluida la capital, que luego revenden los productos. Cuando se le preguntó su opinión sobre el despliegue de delegaciones extranjeras en su país, Archibald estimó que la llegada del ejército representaba el 50% de la solución.
Espera que si llegan sea bueno porque la gente espera seguridad y con ellos se acabarán las pandillas. Mientras tanto, al otro lado de la frontera, muchos policías haitianos intentan mantener el orden, separando en grupos a miles de personas que esperan en grupos llegar al puente fronterizo de forma relativamente ordenada, antes de entrar al lado dominicano. A pesar de los esfuerzos de la policía, la situación se volvió cada vez más caótica, ya que muchas personas querían ser las primeras en pasar, lo que provocó empujones, colisiones y caídas.
En Dajabón, las autoridades dominicanas están recopilando datos biométricos de miles de personas que ingresan al país para controlar el ingreso al país. En pleno interior del mercado binacional, miles de personas se mueven con imparable excitación, gritando, empujándose, comprando y vendiendo todo tipo de productos, principalmente alimentos, como lo demuestran las largas filas de carretillas, “triciclos” y paquetes. sobre las cabezas de las mujeres que regresan a Haití.
Los vendedores y compradores no son los únicos que entran y salen de la frontera. Media hora después de la apertura de la estación fronteriza llegó el primer camión del Departamento General de Migración dominicano con decenas de haitianos deportados del país. María, una joven de unos treinta años, se bajó de la camioneta llorando y temblando: “He vivido toda mi vida en Dajabón, pero mi mamá nunca me dio los papeles”, dijo.
Salí a comprar algo y el inmigrante me subió al camión. “No sé qué haré ahora”, añadió, caminando lentamente hacia Juana Méndez. Y no es el único camión.
A lo largo del día, varias personas llegaron con los deportados, una política que continuó a pesar de los llamados de Naciones Unidas y organizaciones de derechos humanos para detener primero las deportaciones desde República Dominicana, debido a la violencia y la crítica situación en Haití.