En el Evangelio de hoy, Jesús experimenta a Jesús que se llama a sí mismo el Buen Pastor y nos explica lo que eso significa. San Francisco de Sales nos recuerda que todos somos pastores que debemos cuidar de nuestros rebaños. El Buen Pastor nos reúne en torno a Él para mantenernos siempre bajo su divina protección.
Nosotros también somos pastores y tenemos un rebaño que cuidar. Nuestro rebaño son nuestros deseos, nuestros sentimientos y emociones. Debemos velar por este rebaño espiritual, aprendiendo de Jesús a gestionarnos a nosotros mismos.
Porque muy a menudo perdemos fácilmente el control de quiénes somos. El Buen Pastor quiere que dejemos de intentar controlarnos a nosotros mismos excepto aceptar y seguir Su voluntad. Él quiere que alcancemos la perfección.
Siguiendo los pasos del Buen Pastor, aprendamos a dirigir, controlar y alinear nuestros deseos, sentimientos y emociones para que estén de acuerdo con la bondad de Dios. El Amor Santo es nuestro primer deseo. Murió enamorado y por amor.
Para darnos vida, Él murió. ¿Qué nos queda? Debemos hacer cada uno de nuestros trabajos, cada acción y cada pensamiento para que la Gloria de Dios pueda brillar a través de ellos.
¡Qué felices seríamos si permaneciéramos en presencia del Buen Pastor, ayudándole con nuestra fe a realizar su reino en nosotros!