Madrid, 3 may (EFE) Mientras el negacionismo climático gana impulso y normalización a través de espacios como el canal de YouTube de la influencer. Conocido como Jordi Wild -que recientemente retransmitió un debate sobre el cambio climático al que ha invitado a un negacionista-, el ciberacoso y los mensajes de odio, insultantes y amenazantes contra los perfiles que intentan combatir también aumentan el sentimiento antisistema. Así lo perciben las comunicadoras climáticas Valentina Raffio, periodista de Periódico de Cataluña; Isabel Moreno, meteoróloga y presentadora de “Aquí la Tierra”, de RTVE; y Verónica Pavés, periodista científica del diario canario El Día.
Esta semana, estos tres expertos en medios publicaron un manifiesto contra el negacionismo y la polarización en redes que también apoyaron 25 organizaciones, entre ellas organizaciones ecologistas como Greenpeace o la asociación de periodistas y comunicación científica. En el documento, los medios expresan su preocupación por el auge y la violencia del negacionismo climático en España, que ha provocado una ola de desinformación sin precedentes en las redes sociales y, al mismo tiempo, limita la labor de quienes se dedican a la divulgación climática. .
Afirman que el ámbito de la información climática y medioambiental está siendo sometido a una campaña orquestada de acoso, como una ola de mensajes negativos, insultos, amenazas de muerte e incluso intentos de hackeo de nuestras cuentas personales y profesionales. El manifiesto nació en parte de las preocupaciones comunes que teníamos. Los tres estamos comprometidos con comunicar sobre la crisis climática, y en ocasiones tenemos contenidos que se viralizan un poco más de lo habitual o que chocan directamente con ciertos círculos de negación.
Desde entonces, los tres hemos sido objeto de un aluvión de comentarios sin precedentes, la mayoría negativos, llenos de insultos e incluso amenazas de muerte o intentos de hackeo, explicó Raffio a EFeverde. En el Día Mundial de la Libertad de Prensa, Raffio lamenta que por problemas de salud mental, muchos periodistas, así como activistas de pequeños grupos o movimientos sociales, hayan admitido haber dejado de ‘usar internet’ en la sociedad a causa de esta espiral de negación y odio. .
, la polarización finalmente los corroyó. El acoso cibernético también tiene un elemento de género, ya que en los mensajes encontrados por estos comunicadores en particular detectaron un odio cada vez mayor, un lenguaje cada vez más violento y claras implicaciones misóginas. Desde comentarios con carga sexual hasta críticas a sus físicos, estos expertos en información encontraron que, si bien todos aquellos que se dedican a comunicar sobre la crisis climática probablemente reciban este aluvión de mensajes de odio, en el caso de las mujeres, el odio aumenta exponencialmente, por lo que tenemos Raffio explica: es posible hablar entre nosotros y también con los activistas.
El periodista sostiene que, por un lado, estamos sexualizados, por otro, rejuvenecidos o que simplemente se ignoran nuestras opiniones, por ejemplo en lo que respecta al maquillaje o al lápiz labial. Según él, esto refleja cuán problemática es la dinámica en la que participamos. Pero este fenómeno no sólo les preocupa, aclaró, porque además del personal y la forma en que estos medios de comunicación son objeto de ataques, también les preocupa la forma en que se crea el clima de desinformación.
y la polarización en torno a la crisis climática. Los estudios más completos hasta la fecha, como el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), dicen que tenemos poco tiempo para reconocer el problema y comenzar a tomar medidas drásticamente. reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudar a las ciudades y los ecosistemas a adaptarse a los impactos de los extremos climáticos, escribieron en el manifiesto, publicado en las redes sociales y respaldado públicamente por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, así como por la cuenta de Naciones Unidas en España, entre otros.
otras entidades.