Chicago. El reverendo Jesse Jackson apareció en el podio la primera noche de la Convención Nacional Demócrata, una figura que transformó el partido tanto desde dentro como candidato presidencial como desde fuera como líder social popular y fundador de la Coalición Arco Iris cuyo lema es “mantenlo vivo”.
Palabras rotundas y una agilidad física impresionante. Su estatua fue reclamada por la enfermedad de Parkinson, pero es una de las pocas figuras dignas de ser honradas como una “leyenda viviente”, y como el reverendo Al Sharpton dijo en un homenaje a su carrera celebrado junto con la convención: “cada vez que un afroamericano hablaba de democracia, Jesse hablaba; cada vez que marchamos, Jesse caminaba”.
Jackson, señaló Sharpton, y varios legisladores veteranos, incluida Barbara Lee, famosa por ser la única persona en la Cámara que votó contra la guerra en Irak, así como sus colegas, Maxine Waters y el congresista. Ro Khanna: nieto de uno de los asesores de Mahatma Gandhi. – En el evento celebrado en la antigua sede de la Rainbow Coalition, entre otras cosas, se cambiaron las reglas del Partido Demócrata en las campañas electorales de 1984 y 1988, un precedente que ayudó a Barack Obama a convertirse en presidente y que convierte a la actual candidatura presidencial en Kamala Harris una realidad como la primera mujer negra, hija de inmigrantes hindúes y jamaicanos.
Jackson se atrevió a sacudir el partido desde fuera, tejiendo y forjando alianzas entre blancos, negros, latinos y asiáticos, y otros Siguiendo el legado de su mentor Martin Luther King, colocó la justicia económica en el centro de su movimiento. “Jackson está comprometido a apoyar a los trabajadores blancos, negros y morenos… con derechos laborales y apoyando las luchas del movimiento laboral”, recuerda el ex presidente del sindicato nacional de trabajadores de comunicaciones CWA, Larry Cohen.
De hecho, hace casi 40 años, se publicó una entrevista con Jackson en el primer número de La Jornada.