Salud

Doris de Febles: Más de cinco décadas entre especias y recetas

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Su vocación, amabilidad y amor por la cocina quedaron patentes desde el inicio de la conversación.

Esta mujer supo desde pequeña que la cocina sería su vocación, la misma que la sigue acompañando hoy, tras la muerte de su marido y sus dos hijos.

«Ayer cociné paella para 20 personas», respondió Doris Cordero de Febles cuando se le preguntó si, a sus 89 años, sigue cocinando de la misma manera que lo hacía cuando daba clases en su instituto culinario.

No sabe qué la impulsó a empezar a cocinar, pero desde el 4 de julio de 1970 hasta hoy, el tercer piso de su casa ha sido un aula. Allí podrás notar la gran cantidad de accesorios que la han acompañado desde sus inicios.

La cocina de su casa, ubicada en el segundo piso, también está repleta de electrodomésticos y casi recuerda a una tienda departamental. Su vocación, amabilidad y amor por la cocina quedaron patentes desde el inicio de la conversación. ¿Qué te trajo esto? Preguntó a periodistas de Listín Diario para quién preparaba una Piña Colada, a pesar del paso del tiempo, como sólo una experta culinaria podría hacerlo.

Ella dice que cuando era niña pasaba mucho tiempo detrás de la criada observando cómo se preparaba la comida. A partir de entonces, la cocina se convirtió en una vocación que ayudó a muchas mujeres a casarse porque acudían a ella para que enseñara algunas recetas a las que no tenían idea de cocina.

Los cursos en el Instituto de Artes Culinarias Doris de Febles se llevaron a cabo de lunes a jueves y abarcaron alrededor de 10 variedades. También enseñó en el Colegio María Trinidad Sánchez de Independencia durante 18 años. Allí tenía 60 alumnos.

Sus días de gloria, sin embargo, ahora sólo están registrados en un libro que contiene todas sus recetas, sus diplomas colgados en la pared del instituto y recuerdos en su mente, porque dio clases a 30 personas y otro grupo estaba esperando que saliera el de adentro; Hoy, dice, no vinieron ni 10 personas.

Sin embargo, esto no la desanima y su casa está llena. Siempre hay lugar para un buen Sansón entre los utensilios de cocina. Lo que le molesta un poco es el hecho de que haya mujeres dominicanas que no puedan ni siquiera cocinar un plato sencillo.

«Me da mucha tristeza que las mujeres dominicanas no sepan cocinar arroz con frijoles y carne, que es el llamado plato nacional. Y esa es nuestra comida diaria», dice Febles.

Recuerden, en la época de Trujillo, la economía doméstica era una asignatura obligatoria en el currículo escolar. Escuelas donde a las mujeres se les enseñaba todo lo relacionado con las tareas del hogar.
Hoy, a su edad, lava, plancha y cocina. Febles nació el 18 de septiembre de 1935 en Samaná. Sus únicos fracasos en la cocina son el repollo relleno de carne, el arroz y el pavo, un plato que prepara pero que no le sale especialmente bien.

La vida de Doris de Febles está marcada por las pérdidas. Cuando tenía cinco años, su último hijo enfermó de glomerulonefritis, una enfermedad renal en la que los glomérulos, los diminutos filtros de los riñones, se inflaman. Esto hace más difícil filtrar los productos de desecho de la sangre, lo que puede provocar una insuficiencia renal.

A consecuencia de ello, eran necesarias constantes visitas a especialistas. Estuvo un tiempo en estado vegetativo, del que pudo recuperarse con ayuda de medidas de rehabilitación, aunque no del todo, ya que desarrolló hemiplejia. Finalmente murió a la edad de 37 años.

Febles también tuvo que lidiar con la pérdida de su esposo de 22 años. Le diagnosticaron cáncer de hígado y murió ocho días después. Han pasado 13 años desde entonces.

«Se sintió mal y fue al médico. Allí le dijeron que tenía cáncer. Le hicieron pruebas y análisis y resultó que tenía cáncer. Él no lo sabía, no dejé que se lo dijeran. «Y los médicos me dijeron que podía durar un mes o dos, y duró diez días», dice Febles.

Su último desamor llegó hace un año, cuando su hija sufrió un ataque cardíaco mientras dormía y murió. “Algunos vamos avanzando, otros se quedan atrás”. Sus otros dos hijos viven en Estados Unidos y Punta Cana, pero siempre están pendientes de ellos.

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