En una carta a los arzobispos estadounidenses, el jesuita argentino de 88 años los instó a “no ceder a las narrativas que discriminan a nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados y les infligen sufrimientos innecesarios”. En un documento publicado por el Vaticano, el Papa reconoce “el derecho de una nación a defenderse y a garantizar la seguridad de sus comunidades contra quienes han cometido crímenes violentos o delitos graves durante su estancia en el país o antes de su llegada”. Pero al mismo tiempo advierte: “La deportación de personas que, en muchos casos, han huido de su propio país a causa de la extrema pobreza, la inseguridad, la explotación, la persecución o la grave degradación ambiental, viola la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras”. Además, “les pone en un estado de particular vulnerabilidad y desamparo”, añade. Poco antes de que Trump asumiera el cargo, el Papa advirtió que su plan de deportación masiva de inmigrantes ilegales sería una «vergüenza».
«No es un asunto menor: un verdadero estado de derecho se confirma precisamente con el trato digno que merecen todas las personas, especialmente los más pobres y marginados», escribió el Papa en su carta.
«Esto no nos impide promover políticas que regulen una migración ordenada y legal. “Sin embargo, la ‘madurez’ mencionada anteriormente no puede lograrse mediante los privilegios de algunos y los sacrificios de otros”, subrayó.
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