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SANTO DOMINGO. – Poco después de la 1:00 p.m., de aquel 24 de abril de 1965, un pelotón del Batallón de Artillería del Ejército Nacional — estacionado en ese entonces en el km 6½ de la autopista Duarte (actualmente sede de la UNPHU) — se alzó contra el gobierno del Triunvirato, demandando el regreso de Juan Bosch a la presidencia sin que mediaran nuevos comicios.
La rebelión fue liderada por el mayor Píndaro Peña Perelló y el mayor Ozuna Romance, oficial ejecutivo del campamento, junto a otros oficiales comprometidos. Los insurrectos disponían de cuatro cañones Howitzer de 105 mm, cuatro ametralladoras calibre .30, dos de calibre .50 y diverso armamento ligero. Desde sus posiciones se dirigieron hacia la Zona Colonial, donde no esperaban refuerzos.
Un levantamiento que se extendió como la pólvora
Sin embargo, a la insurrección inicial que solo contaba con un destacamento provisto de armamento pesado, pronto se unieron unidades de infantería, la Guardia Presidencial e incluso sectores de la Fuerza Aérea Dominicana, dando origen al Movimiento Constitucionalista.
Hacia la tarde, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó — alertado por el capitán Giovanni Gutiérrez mientras almorzaba en casa de su familia — se unió a los rebeldes, afianzando su liderazgo militar.
Simultáneamente, el doctor José Francisco Peña Gómez tomó las ondas radiales de Tribuna Democrática (Radio Comercial) para convocar al pueblo:
“Hermanos dominicanos, unámonos a nuestros valientes militares y defendamos la Carta Magna.”
Durante el 25 de abril, los enfrentamientos entre constitucionalistas y tropas leales al Triunvirato, comandadas por el general Elías Wessin y Wessin, causaron centenares de muertos y heridos — entre soldados y civiles atrapados en la Zona Colonial y Ciudad Nueva — . La población se dividió: barrios populares se solidarizaron con los sublevados, mientras sectores de la capital permanecieron leales al gobierno de facto.
El 28 de abril, bajo la Operación Power Pack, desembarcaron en puertos y aeropuertos de Santo Domingo más de 20, 000 soldados estadounidenses. Con el pretexto de proteger connacionales y restablecer el orden, aviones F-100 sobrevolaron la ciudad y unidades de desembarco tomaron posiciones en Haina, provocando protestas de varios sectores nacionales y de toda América Latina.
La Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó el 28 de abril el envío de una Fuerza Interamericana de Paz. Bajo el mando del almirante brasileño Jorge F. B. Amaral, unos 6, 300 militares de 14 países se desplegaron en mayo para supervisar el cese al fuego, escoltar convoyes de ayuda y garantizar la protección de civiles.
El 1 de mayo, representantes del Triunvirato y los constitucionalistas firmaron el Acuerdo de la OEA, que contemplaba:
La Revolución de Abril no solo restituyó la Constitución de 1963: puso a prueba la soberanía nacional frente a la intervención extranjera y fortaleció la conciencia democrática del país. Hoy, el 24 de abril se conmemora como el día en que los cañones del Batallón de Artillería retumbaron, no para reprimir, sino para clamar por el imperio de la ley y la voluntad popular.
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