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Las fresas, muy solicitadas por los visitantes, tienen un precio muy asequible. Cinco yuanes, la moneda oficial china, es el costo por 500 gramos de fresas, unos 30 yuanes menos que en los supermercados de Beijing.
Al norte de Beijing, en China, se encuentra la ciudad de Xingshou, donde está la aldea de Xinzhuan, un poblado cuyos habitantes siguen reglas básicas como la armonía, la protección del medio ambiente, el arte como forma de vida y el cultivo de frutas, especialmente fresas, para subsistir.
Este pueblo de 1.74 kilómetros cuadrados y 1,883 residentes tiene unos 80 comercios que incluyen talleres de carpintería, cafeterías, panaderías y salas de exposición de arte, que con al menos 100 carpas cada fin de semana atrae a cientos de turistas nacionales y extranjeros.
En estas pequeñas carpas, que combinan el arte tradicional con lo moderno, se pueden comprar artesanías de todos los tamaños y para todos los gustos, como animales pintados a mano, pulseras, anillos y cuadros con las deidades chinas.
Además de frutas como berenjenas, lechugas, pepinillos y, en especial, fresas, producidas en pequeños invernaderos desarrollados por los residentes de esa zona.
Las fresas, muy apreciadas por los visitantes, se ofrecen a precios muy bajos. Cinco yuanes, la moneda oficial de China, es el valor por 500 gramos de fresas, unos 30 yuanes menos que en los supermercados de Beijing.
Este pueblo que sobrevive gracias a su arte y cultivo fue diseñado para que los visitantes disfruten de un paseo a pie, lo que les permite, además de comprar, sumergirse en el arte chino, presente en paredes, puertas y estructuras. Su impacto y desarrollo han permitido que autoridades de otras regiones repliquen este tipo de comercios en sus zonas.
Dentro de los invernaderos dedicados a la producción de fresas, debido al clima favorable, se encuentra la granja XinYi, que produce 2,460 toneladas de frutas en unas 120 tareas. Este invernadero fue fundado hace 10 años y cuenta con 12 trabajadores con sueldos mensuales que van de ocho a diez mil yuanes, entre 60 y 80 mil pesos dominicanos.
Aunque la venta se hace localmente, algunos de estos productores de frutas chinas se han unido al auge tecnológico para ofrecer productos en línea, permitiendo que las personas compren directamente a las granjas y reciban sus pedidos en dos días.
El desarrollo industrial de este pequeño pueblo tiene sus propias regulaciones, que deben cumplir tanto sus habitantes como los visitantes. Dentro de estas reglas están el reciclaje, evitar el desperdicio de agua y electricidad, no crear basureros, no quemar pajas y en la producción de frutas utilizar pocos pesticidas.
“Si alguien incumple estas normas es castigado” con las diferentes sanciones que tiene el pueblo, se puede leer en un letrero del pequeño museo de esta localidad.
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