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Para la Galería Nacional de Bellas Artes, reiniciar sus actividades genuinas con “Mar y Tierra” resulta gratificante, presentando una exhibición tanto antológica como retrospectiva, accesible a todos los públicos y fehaciente de la entrega profesional de Brenda Pérez.
Contamos con una selección de obras que enaltecen un talento y una dedicación. Con una excelente ambientación entre circuito y disposición de las piezas, gracias a la museografía experta de Salvador Bergés, nos permite disfrutar del paisaje tropical, aún preservado y casi olvidar que es solo una exposición…
Antes de comentar un evento especial en nuestra actualidad artística, queremos, para corresponder a su tema, recordar la importancia del paisaje en el arte, en la historia del arte dominicano.
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El paisaje no solo es un género muy popular y que todos apreciamos, sino que de manera excepcional siempre se ha visto como un homenaje del arte a la naturaleza. Después de la pintura de temas sagrados, ha sido la primera expresión pictórica en América Latina y la búsqueda de una identidad nacional.
Asimismo, el paisaje tropical ha sido una fuente de inspiración privilegiada en los inicios de una pintura nacional dominicana, y un testimonio de creatividad, independiente de modelos europeos. Fueron obras fundamentales para los inicios de un arte auténticamente local.
Ahora bien, si la naturaleza llevada a la obra pictórica sigue deleitando la sensibilidad, el creador dominicano contemporáneo se ha distanciado del paisaje tradicional, y raras veces este será tema de una exposición.
Entonces, bienvenida sea la exposición “Mar y Tierra”, totalmente dedicada al paisaje, de Brenda Pérez, aunque la artista, de carrera brillante y en su joven madurez, también se destaca en el retrato. Es una muestra exclusiva de paisajismo. ¡Excepcional en este contexto y como ejemplo de pluralidad temática, un pescador en su bote, plantea firme su figura, rodeado por el mar!
Observadora de la naturaleza, inclinada hacia las atmósferas naturales, fascinada por la vegetación exuberante como por los ríos y el mar, Brenda Pérez, espontáneamente ecologista, transmuta y transmite una naturaleza espectacular.
Podríamos pensar que ella se instaló con caballete, tela y pinceles, en plena naturaleza, al aire libre. No obstante, Brenda ha pintado gracias a fotografías que tomó cuidadosamente, luego de una larga observación: nos hace pensar en la pintura del extremo oriente, fruto de la memoria.
En sus interpretaciones, la artista asocia el medio ambiente a su estilo personal, lo hace aún más refrescante y frondoso. Comunica a la pradera o a la campiña montañosa de la cordillera una impresionante dimensión pictórica, ¡hasta le agregamos connotaciones conceptuales de paraíso tropical!
Mundo exterior del paisaje y mundo interior de la autora se juntan: Brenda Pérez demuestra que un(a) paisajista puede, con éxito, afiliarse al realismo, romanticismo y neoimpresionismo, o sea una versión mixta, aunque predomina aquí el estilo realista.
El dibujo permanece impecable, subyacente en las telas mayores o esencial en los pequeños formatos. Los planos diseñan una geometría sensible que ordena libremente la composición, a la vez que expresa la distancia mediante un dominio insuperable de los tonos. El tríptico, muy bien ubicado, es una demostración.
Nos sobrecoge el dúo del color y de la naturaleza: hasta el rojo de flamboyanes entre las casi miniaturas, el rosado de la flor de mayo, el verdor versátil de arboledas, el azul del agua espejo o turbulenta que compite con el cielo -con o sin nubes-, otro componente notable…
Hay en el arte de Brenda Pérez un lenguaje efusivo y preciso, entre legado académico y soltura, lirismo y emoción personal. Hay una volubilidad interpretativa y hasta entusiasmo por la técnica. El colorido y la luminosidad exaltan la mirada y una atmósfera inconfundible.
“Mar y Tierra” se presta tanto para talleres y visita de escolares, como para una actividad teórica sobre el paisaje y el paisajismo, ayer y hoy, en la tradición y la modernidad
Agradecemos a Brenda Pérez esta hermosa propuesta que refleja la inspiración y el talento, el dominio técnico y la personalidad. En fin, un homenaje sincero, pulcro y refinado, al paisaje dominicano.
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