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Calles madrileñas repletas: el complicado retorno al hogar después del corte de luz – Noticias SIN

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Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Madrid.- El fallo eléctrico que ha impactado en toda la Península Ibérica ha creado una escena inusual en algunas de las principales avenidas de Madrid, con multitudes que han salido a la calle para cubrir largos e improvisados trayectos a pie a sus hogares, debido a la inoperatividad del Metro y los trenes de Cercanías.

Las colas en los cajeros, que se registraron en las primeras horas del apagón, y las terrazas de bares llenas han dado lugar al cierre de numerosos bares, restaurantes y comercios en las transitadas calles de la capital, que tras el almuerzo ya habían echado el cierre ante lo inédito de la situación.

Pero, sobre todo, ha dejado la imagen impactante de una marea de personas que, la mayoría tras salir de su trabajo, se han lanzado a las calles para hacer el recorrido que suelen realizar en transporte público, muchos de ellos sin dejar de consultar el mapa en sus teléfonos móviles.

Porque en la capital, usar el coche empieza a no ser una opción ante el colapso de la autovía de circunvalación y el intenso tráfico que se concentra en las principales arterias, como el Paseo de la Castellana.

Además, esto ha provocado que algunos autobuses -el gran recurso de transporte este lunes- comiencen a mostrar en su panel luminoso el temido “No Admite”.

Algunos ciudadanos han logrado llegar a casa conduciendo, aunque con el coste de una hora, pero otros ya han visto pasar dos horas en su reloj desde que esperan su autobús en una marquesina del centro de la capital.

Una de estas ciudadanas, Yolibeth, lleva una hora esperando el primero de los dos autobuses que necesita para llegar al aeropuerto Barajas, pero, resignada, declara a EFE que no tiene otra opción porque el taxi, dada la situación de las carreteras, lo ve imposible.

Otras dos jóvenes, Irene y Paola, llevan caminando casi media hora. A una de ellas le queda poco trayecto para llegar a su destino en un día en el que, afortunadamente, el buen tiempo acompaña, pero la otra debe llegar hasta un barrio de las afueras de la capital.

Impaciente, confiesa a EFE que ha descartado cualquier medio de transporte porque ha escuchado que los autobuses implican, como mínimo, una hora de espera, y ha optado por hacer a pie la línea 3 de metro.

Parques repletos de padres e hijos, tras recogerles antes de lo habitual de los colegios, también contribuyen a este escenario urbano, con quioscos llenos de gente buscando algo para beber ante el cierre de muchos bares, o establecimientos de alimentación con largas colas para comprar, principalmente, velas y pilas hasta agotarlas.

“¿Y nosotros, sin Internet, qué hacemos?”, comenta una persona mientras emprende el camino de vuelta por una céntrica calle de Madrid; “si esto sigue mañana, yo no vengo al trabajo”, dice otra cerca de un garaje que acumula en su rampa de salida una larga fila de coches, listos para acceder a una vía principal donde el sonido de las bocinas se une al de los silbatos de los agentes que intentan regular el tráfico.

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