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Estados Unidos se enfrentó a China. ¿Era esto lo que buscaba el presidente Donald Trump?
Una semana después de sacudir al mundo con la imposición de «aranceles recíprocos» a los productos de 180 países que lleguen a Estados Unidos, el mandatario estadounidense dio marcha atrás y el único país castigado terminó siendo China con un impuesto del 125% a sus mercancías.
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Antes de retroceder, Trump no se privó de «basurear» a la mayoría de los socios comerciales de su país: «Los líderes extranjeros ahora me están llamando para besarme el trasero. Están desesperados por hacer un acuerdo». Y con voz temblorosa los imitó: «Ay señor, por favor, por favor, hagamos un trato. Haré lo que sea, señor».
El dardo les cae a muchos, desde el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, que horas antes del exabrupto del republicano había estado en Washington con él, por ese tema, hasta los mandatarios de Japón, Francia e Italia, entre otros, que hicieron públicos sus pedidos.
¿Hay un plan detrás de esa conducta agresiva de Trump? La táctica de amenazar con una medida extrema y días después dar una tregua ya la había puesto en práctica con México y Canadá. La tendencia es creer que se trata de comportamientos extraños, tal vez improvisados o delirantes. Pero la calidad del pensamiento estratégico de los distintos centros de análisis político en EEUU no permite pensar que el presidente estadounidense se mueve por impulsos espontáneos.
Más allá de si fue una movida calculada o no, la realidad es que, con esas decisiones radicales, Trump 1) retomó la iniciativa del comercio global y busca reestructurarlo; 2) impidió respuestas de los grupos integrados como BRICS o Mercosur obligando a los países a actuar, uno por uno, desde posiciones más debilitadas y 3) y lo más importante: quedó en un duelo cara a cara con la principal rival de EEUU: China.
«Cuando Trump anunció los aranceles recíprocos el 2 de abril, China no estaba sola porque el ataque no estaba dirigido solo a ella, sino a todos los países a la vez. Los argumentos públicos de EEUU eran homogéneos. Ahora al homogeneizar con todos excepto con China, Trump está volviendo a instalarla como la enemiga a vencer y la pone en la pelea», analizó el economista Gustavo Girado, director del posgrado sobre China contemporánea de la Universidad Nacional de Lanús.
Para Girado está claro que el plan trumpista no tiene solo un objetivo económico. «Esto tiene antecedentes. En la primera presidencia de Trump hubo un primer intento muy serio del Departamento de Estado para impedir el escalamiento tecnológico chino que, ya entonces, era una verdadera amenaza para la continuidad de los monopolios de Silicon Valley, en su dominio por las patentes y los estándares en las tecnologías más importantes del mundo. La disputa no es solo económica sino por la hegemonía. Pero, a diferencia del primer mandato de Trump, ahora China está preparada.»
Cautela en la India
Los mercados han reaccionado. Como se ha visto, la prensa globalista ataca con dureza a las iniciativas de Trump y el mundo empresarial-financiero ha empezado a actuar. La empresa Apple, por ejemplo, transportó de urgencia 600 toneladas de iPhones desde la India a EEUU y otro cargamento similar desde China para eludir los aranceles.
«En el caso de India -explicó la especialista en Asuntos Asiáticos del CARI, Lía Rodriguez de la Vega- los sectores más afectados serían: a) los productos farmacéuticos: India tiene una participación dominante en las exportaciones de genéricos a EEUU; b) los textiles y las prendas de vestir; c) los productos agrícolas: Washington quiere que Nueva Delhi abra su mercado a las exportaciones agrícolas estadounidenses, algo que el gobierno indio viene resistiendo por temor a perjudicar a millones de pequeños agricultores, un tema muy sensible en su país; d) los automóviles y sus componentes y e) los componentes informáticos y electrónicos.»
En este último caso, recuerda Rodríguez de la Vega, «con Biden, en 2023, EEUU e India lanzaron una Iniciativa sobre Tecnologías Críticas y Emergentes, para profundizar la cooperación en IA, tecnología cuántica, ciberespacio, 6G, biotecnología, semiconductores, defensa y espacio. El sector de los semiconductores indio recibió nuevas inversiones estadounidenses. En Defensa se avanzó con el lanzamiento de INDUS-X (Ecosistema de Aceleración de Defensa India-EE. UU.) y en el sector espacial, se decidió desarrollar una misión conjunta a la Estación Espacial Internacional.»
La reacción de la India en la coyuntura actual se define con una sola palabra: cautela. «El gobierno del primer ministro Narendra Modi se reunió en febrero con Trump en la Casa Blanca y está trabajando muy activamente en un acuerdo bilateral de comercio conversado en aquella ocasión», subraya la especialista
«Cabe recordar también que Nueva Delhi tiene una asociación estratégica con Washington que le ha permitido hasta ahora mantener autonomía en política exterior (cosa que se va haciendo cada vez más difícil), que le permite ser parte de los BRICS y la Organización de Cooperación de Shangai y, al mismo tiempo, de agrupaciones como el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral junto a EEUU, Japón y Australia.»
«Por eso India eligió abordar cualquier tema de aranceles en el marco de la discusión de su acuerdo bilateral y de su asociación estratégica. Incluso se espera que Modi impulse una conclusión más rápida de dicho acuerdo utilizando el tema arancelario como una herramienta para negociar e incluso como una oportunidad de abordar cuestiones económicas más amplias. El tipo de reacción que cada país ha tenido ante el primer movimiento arancelario de Trump dice mucho de su lugar en términos bilaterales con EEUU.»
La voz de América Latina
En nuestra región, la respuesta más contundente vino de Brasil. «Resulta que hay un ciudadano que se cree capaz de dictar, él solo, las reglas para todo lo que pasa en el mundo», dijo el presidente Lula da Silva, el pasado 8 de abril, refiriéndose a Trump. «No va a funcionar. Nadie puede jugar a que el resto del mundo no existe».
«Brasil está llevando a cabo una meticulosa estrategia en al menos dos frentes: el oficial a través del canciller Mauro Veira, a fin de negociar con Washington la tarifa del 10%, y, por otro lado, mantiene contactos políticos y diplomáticos con países de América Latina y, en particular, con China», aseguró desde Brasilia el analista internacional Darío Pignotti.
«Pero todo esto no solo impacta en lo comercial o en la política exterior. También tiene su correlato en el orden interno», advirtió Pignotti. «Por una parte, Jair Bolsonaro es un socio incondicional de Trump, pero, al mismo tiempo, la nueva política comercial de EEUU se hizo carne en Brasil y ha logrado algo que parece de ciencia ficción política: sectores legislativos vinculados al agronegocio y que siguen siendo bolsonaristas, desoyeron la orden del expresidente y votaron, la semana pasada, junto al Partido de los Trabajadores, una ley que permite al gobierno de Lula adoptar medidas excepcionales.
Finalmente Pignotti destacó muy especialmente dos hechos que tuvieron lugar en la IX cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), esta semana. Primero, la declaración conjunta de repudio a las medidas económicas y antimigrantes de Trump. Fue apoyada por 31 de los 33 mandatarios de la CELAC. En una vergonzosa sumisión al imperio, Argentina y Paraguay la rechazaron.
Segundo, el encuentro bilateral, al margen de la cumbre, de Lula y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. «El entendimiento entre ambos países viene madurando desde el gobierno del ex presidente López Obrador», aseguró Pignotti. «La reunión con Claudia no fue meramente protocolar. Indica que hay un movimiento de los dos gigantes, Brasil y México, históricamente indiferentes entre sí. Eso es muy importante. Sirve de precedente. Estos gestos en una cumbre de esta envergadura pesan, son gestos calibrados.»
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