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Comunidad editorial global, abierta a las opciones que brinda la IA, afirman en la Feria de Bolonia

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A nivel de resultados es muy fría, mientras que los ilustradores nos dan ese calor.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Bolonia, Italia. — «Esta no es una discusión sobre si ser o no ser, porque ya somos», ese es el tono en los encuentros sobre Inteligencia Artificial en el espacio Bologna Book Plus, de la Feria del Libro Infantil de Bolonia. Aquí se reunieron especialistas de la producción del libro, como imprentas, distribuidoras, empresas de libros digitales, audiolibros y desarrolladores de software.

Aquí, la postura hacia la herramienta tecnológica es más neutral, en comparación con el sentir de creadores como escritores e ilustradores. «A nivel de resultados es muy fría, mientras que los ilustradores nos dan ese calor. Defenderé siempre a los ilustradores frente a la IA», comenta Stefano Cipolla, jurado del premio Bologna Ragazzi Awards 2025.

Iván Canu, ilustrador y director del posgrado MiMaster Illustrazione, señala que la herramienta existe desde el siglo pasado y que el tipo de IA con el que más se trabaja ahora es una versión de empresas privadas que se actualiza cada día, por lo que la ley Europea no logra legislarla. «La Unión Europea ya legisló, pero es una ley que ya es obsoleta», comenta.

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A pesar de esta rápida evolución, el juez dice que no se llegará a un punto en el que la IA reemplace al humano en actividades, pues recuerda que hasta la fecha, todo el progreso de este tipo de softwares, fue creado por la inteligencia humana.

El sector del audiolibro mide los avances tecnológicos de la IA en meses, avances que ya tienen un impacto medible: 2025 será el año en el que se lanzarán más audiolibros con lectura de Inteligencia Artificial, que aquellos hechos con narradores humanos, esto se debe principalmente al volumen de libros autopublicados. Aunque suena preocupante, empresarios se mantienen serenos e intentan comunicar esa misma sensación a los artistas de voz, pues aseguran que esto solo hará que el escucha busque más libros narrados por humanos.

Es por eso que han comenzado a tomar medidas, como Laure Saget, de MD Audiolib (Hachette), quien explica que en Francia se etiquetan los audiolibros como «narrado por un humano», para ser transparentes con el tipo de producto que adquieren los clientes. Hugo Rayne, gerente general de Eleven Labs, señala que también la voz artificial ha hecho que se le dé prioridad a la voz humana, en particular en textos donde el matiz del acento o las lenguas nativas tengan peso en el libro.

En el mundo del audiolibro, los avances de la IA también han tenido sus ventajas, por ejemplo Rayne cuenta que la sofisticación de la tecnología les permite hacer actualizaciones o correcciones sin tener que volver a grabar todo, lo que implicaría un mayor costo. En el caso de Hachette, Saget dice que la IA es usada en el proceso de preproducción y revisión de textos.

Aún con su progreso, el sector del audiolibro ve un área donde la IA está ausente y podría ser de ayuda: no usarla para crear, sino usarla para impulsar la difusión y precisión en los buscadores de audiolibros. «Los buscadores son clave para los audiolibros y es donde podría ayudar», comenta Sagent.

Ana Atamian, fundadora de la editorial de audiolibros LEM, explica que un factor común es la mala experiencia en buscadores que ofrecen las plataformas de audiolibros a los clientes, haciendo muy difícil encontrar los títulos en plataformas como Spotify, por lo que cree es un campo donde la IA podría entrar para mejorar.

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En Bologna Book Plus también participa Conversa, una desarrolladora de softwares que ofrece Inteligencia Artificial a las editoriales. Paolo Giovine explica que la empresa inició desarrollando interfaces para libros digitales con animaciones y detalles coloridos para el gusto de los niños, pero desde hace tres años también trabaja con Inteligencia Artificial para que mientras los niños leen en digital, se puedan identificar sus hábitos o medir sus deficiencias de comprensión lectora y otro proyecto ofrece un sistema de bases de datos más ágil y preciso para las editoriales.

«La IA sirve para acelerar procesos, sirve para evaluar lecturas, hacer búsquedas, transcribir audios, no tanto para generar contenido, que es el gran debate», dice Giovine.

Sobre la relación de la industria editorial con la IA, el empresario italiano percibe que el recelo se debe a que teme «perder un poco de su poder» y dice que las posturas conservadoras siempre surgen cuando llega un avance tecnológico disruptivo, como en su momento fue la cámara fotográfica. También señala que la preocupación que hay en torno a la herramienta debe concentrarse en diseñarla para que no plagie contenido. «Se debe entrar en el meollo del asunto y no en el intento de frenar la tecnología con base en juicios erróneos», concluye.

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