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Congreso Nacional clausurado, aguardan por diputados y senadores

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El Congreso Nacional fue cerrado. Sus puertas estaban encadenadas y bien aseguradas, y no hubo respuesta alguna cuando un equipo de EL DÍA intentó obtener información.

En la parte frontal, que colinda con la Fuente del Centro de los Héroes, la garita de seguridad de la calle Paul Harris y la correspondiente a la calle Hipólito Herrera Billini, ni siquiera había presencia militar visible.

Los hechos que aquí se narran ocurrieron en la mañana del miércoles 16 de abril, en plena Semana Santa. El interés por visitar el Congreso no fue por impertinencia: el equipo de prensa del Senado había convocado a una inusual rueda de prensa.

Poco común, porque en esa fecha es raro que se realicen actividades oficiales, y lo usual es que el panorama desolado de la antigua edificación pase desapercibido.

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Finalmente, se logró ingresar por la entrada del parqueo de los senadores, que colinda con el edificio de la Procuraduría General de la República.

El objetivo del encuentro era presentar un proyecto de ley que propondría unificar en una sola entidad el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Economía.

Sí, por iniciativa del Poder Ejecutivo, el presidente del Senado, Ricardo de los Santos, fue sacado — quién sabe de dónde — para encabezar un acto superficial en el que se recibió una propuesta legislativa que poco o nada le importa al ciudadano común, al dominicano de a pie.

Sin embargo, los medios digitales y los productores de noticiarios televisivos, sedientos de contenido debido a la escasez de noticias y creatividad, se sintieron aliviados con el torpe anuncio.

Entre los presentes estaban el consultor jurídico del Poder Ejecutivo, Antoliano Peralta, y el ministro de Administración Pública, Sigmund Freund, además de otros funcionarios.

Esa presencia no logró ocultar el vacío generalizado. La Cámara de Diputados seguía cerrada, las luces del hemiciclo del Senado apagadas y los pasillos completamente desiertos.

La calma del lugar era inquietante, como si se tratara del ojo de una tormenta que, tras una primera embestida, hubiera disminuido sus vientos y su velocidad de traslación, dejando pocos rastros visibles.

Ese día, 16 de abril de 2025, se cumplían 49 días desde el inicio de la primera legislatura del año. Es decir, había transcurrido un tercio del periodo sin avances significativos en los grandes proyectos pendientes y hasta prometidos por los legisladores y el propio Gobierno.

Ahora bien, no es que no se haya hecho absolutamente nada.

Por ejemplo, en marzo, el Senado aprobó 22 iniciativas legislativas (18 de ellas procedentes del Ejecutivo), 13 resoluciones y 17 ratificaciones de nombramientos de funcionarios.

También tienen listo el informe final de la Cámara de Cuentas, que será presentado el próximo martes 22 de abril, y el proyecto de reforma laboral solo espera por las modificaciones sugeridas por el Ejecutivo en relación con la contratación de mano de obra extranjera.

En paralelo, los diputados conformaron, junto al Senado, una comisión bicameral para estudiar el Código Penal, seleccionaron las ternas para integrar la nueva Cámara de Cuentas, crearon una comisión para reformar la Ley de Contrataciones Públicas, realizaron reconocimientos y aprobaron resoluciones que solicitan obras civiles.

No obstante, aún no se ha avanzado en la Ley de Seguridad Social, ni en la modificación de la Ley 6132 sobre Expresión y Difusión del Pensamiento — sobre la que Antoliano Peralta dijo que se presentaría “pronto”, sin precisar cuándo — .

Tampoco hay novedades con la ley que crea la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), anulada por el Tribunal Constitucional, ni con la tantas veces mencionada ley de aguas, ni con la de alquileres. El Código Penal sigue atrapado en un ciclo eterno de revisión.

Si la mitad de los proyectos engavetados y complejos que reposan en el Congreso se decidieran conocer y aprobar en los menos de cien días que restan a la legislatura, la pasividad que hoy reina en sus pasillos durante la Semana Santa será imposible de recordar.

No hay obstáculo político real para aprobar ninguna de estas piezas. Los partidos de oposición apenas tienen fuerza para protestar, pero no cuentan con los votos necesarios para frenar cualquier iniciativa.

Al comenzar la legislatura, el presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, aseguró que las comisiones coordinadoras de ambos hemiciclos trabajarían para reducir la mora legislativa.

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