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De “realmente ha fallecido” a “Habemus Papam”, muerte y elección del sucesor

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Santo Domingo.- El papa Francisco ha fallecido y, tan pronto como el cardenal camarlengo realiza las confirmaciones establecidas y anuncia el deceso del sumo pontífice, en la Iglesia católica da inicio el período conocido como sede vacante.

Antes de que el orbe se entere del fallecimiento, el camarlengo procede a verificar su muerte, aunque un médico ya la haya declarado (como ocurrió al efecto). El primer paso es llamarlo tres veces por el nombre de pila con el que se identificaba antes de ser electo papa (Jorge Mario).

Al no responder y confirmar la muerte, entonces se procede a destruir el anillo del papa (el anillo del pescador), que se utiliza como sello oficial del sumo pontífice.

La ruptura se produce para evitar que se utilice para oficializar actos en nombre del papa después de su muerte.

Este acto se lleva a cabo en presencia de varios funcionarios eclesiásticos, incluyendo el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, los clérigos prelados, el secretario y el canciller de la Cámara Apostólica.

Una vez confirmada la muerte, el camarlengo pronuncia en latín las palabras “Vere Papa mortuus est” (“Verdaderamente, el papa ha muerto”), marcando el inicio oficial del proceso que sigue a la muerte de un pontífice.

A partir de ahí siguen los funerales, que están regidos por una legislación vaticana conocida como el “Ordo Exsequiarum Romani Pontificis”, que regula el ritual de las exequias papales.

El papa Francisco introdujo algunas modificaciones al ritual de las exequias papales para hacerlo más sencillo, quizás motivado por los actos funerarios del papa emérito Benedicto XVI.

Hasta ahora el cadáver del papa era expuesto sobre almohadas luego de ser embalsamado, mostrándolo a cuerpo descubierto para el último adiós por parte de la feligresía. Al momento de su sepultura, entonces el cuerpo inerte era introducido en tres ataúdes.

Francisco simplificó disponiendo que desde el principio su cuerpo fuera expuesto dentro de un único ataúd, destapado y que fuera llevado no a la gruta vaticana donde están enterrados 23 papas, sino a una capilla lateral de la Basílica Santa María la Mayor.

Las normas establecen que la sepultura del Santo Padre debe producirse entre los cuatro y seis días después de su muerte. Inmediatamente después de que el camarlengo anuncia su muerte, son llamados al Vaticano los cardenales de todo el mundo para la reunión del Colegio Cardenalicio.

Los cardenales eligen quién dirá el panegírico frente al cadáver del sumo pontífice y luego se empieza a preparar el cónclave para elegir al sucesor. Esa convocatoria se produce entre 15 y 20 días después de la muerte del papa.

Aunque en las reuniones del Colegio Cardenalicio tienen derecho a participar todos los cardenales, sin importar edad o estado de salud, solo pasan al cónclave los que tienen menos de 80 años. Los otros quedan fuera.

Los cardenales electores se encierran en la Capilla Sixtina para el proceso de elección del nuevo papa, requiriendo el 75 por ciento de los votos para que se produzca una elección. Por lo general, se programan dos votaciones por la mañana y dos por la tarde.

Cuando nadie alcanza el 75 por ciento de los votos, las boletas se queman junto con un químico para que por la chimenea salga humo negro.

Cuando finalmente uno de ellos obtiene el 75 por ciento, el cardenal que conduce el cónclave le pregunta al elegido si acepta. Tras una respuesta afirmativa, entonces se queman las boletas y se le agrega un químico que produce humo blanco para que la gente del exterior sepa que ya hay un nuevo sumo pontífice.

Cuando al elegido se le imponen los ornamentos papales, entonces se acerca al balcón que da a la Plaza San Pedro, pero antes el Protodiácono (cardenal más antiguo de la orden del diaconado) pronuncia las conocidas palabras “Habemus Papam” (Tenemos Papa) y anuncia el nombre de pila del elegido y el nombre con el que será conocido.

En ese momento, el nuevo Papa sale, saluda y da la bendición, cerrando así el proceso que se inicia con la muerte de un pontífice y la elección de su sucesor.

la Plaza San Pedro, pero delante el protodiácono (cardenal más antiguo de la orden del diaconado) pronuncia las conocidas palabras “Habemus Papam” (Tenemos papa) y anuncia el nombre de pila del elegido y el nombre con el que será conocido.

Su tierra natal

— No fue a Argentina

Desde su asunción en 2013, el papa Francisco realizó ocho viajes a Latinoamérica y no incluyó a su país natal, Argentina, pese a haber expresado en varias ocasiones su deseo de volver.

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