Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Para lograrlo, es fundamental que existan espacios apropiados para asimilar lo vivido y estrategias que ayuden a integrar lo sucedido de manera simbólica, ya que el dolor colectivo puede dejar una huella profunda, manifestándose en síntomas emocionales y conductuales.Desde el pasado ocho de este mes de abril, en República Dominicana se siente un ambiente de pesar por la tragedia causada por el derrumbe del techo de la discoteca Jet Set, el cual dejó 232 fallecidos y más de 100 heridos.Ver a todo un país llorar, sin importar tener un familiar directo entre las víctimas, ha sido fuerte. ¿Pero qué sigue ahora? Según la psicóloga clínica, Dalia Aguiló, ha llegado el momento de afrontar las secuelas que deja el duelo cuando una comunidad enfrenta una pérdida significativa en una tragedia pública, un desastre natural o la muerte de una figura querida.La experta señala que el duelo colectivo nos recuerda que no siempre es necesario un vínculo personal para experimentar un impacto emocional profundo. Este tipo de duelo, compartido y expansivo, deja secuelas que a menudo pasan desapercibidas, pero que afectan silenciosamente el equilibrio psicológico de los individuos.A diferencia del duelo individual, que suele vivirse en la intimidad, el duelo colectivo se expresa en el espacio público: en las noticias, en redes sociales, en las conversaciones diarias.Aguiló explica que, aunque no siempre se conoce a quienes partieron, el dolor colectivo toca fibras internas, despierta recuerdos no resueltos o activa mecanismos de empatía profunda que hacen ‘dolor’ hasta el alma de todo un país como ha sucedido en esta tragedia del pasado ocho de abril, un día catalogado como uno de los más tristes que le ha tocado vivir a los dominicanos.Es como si el dolor ajeno pasara a ser también nuestro, difuso, pero presente, generando una sobrecarga emocional difícil de expresar.Desde una perspectiva conductual, es común que las personas desarrollen respuestas de evitación emocional, fatiga psíquica o cambios en el estado de ánimo ante la exposición constante a relatos de sufrimiento.Al abordar el tema de cómo afecta en el entorno laboral, dice que, por ejemplo, en los lugares de trabajo, pueden surgir dificultades para concentrarse, que van desde aumento de la irritabilidad o una sensación persistente de desgano sin causas evidentes.Según sus conocimientos, estas son respuestas naturales frente a un entorno emocionalmente demandante, donde la mente intenta protegerse ante el exceso de estímulo emocional.Especifica que en algunos contextos, la expectativa social de “sentir algo” o “manifestarse” también puede generar una presión interna que puede llevar a producir un conflicto entre lo que uno siente realmente y lo que socialmente se espera que sienta.Al realizar un análisis de lo que puede pasar en situaciones como esta, la profesional de la conducta, manifiesta que desde el enfoque sistémico, el duelo colectivo puede sacar a la luz tensiones sociales subyacentes, pero también abrir puertas hacia el apoyo mutuo.La sensación de estar en una experiencia compartida puede convertirse en una fuente de contención y resiliencia comunitaria. No obstante, cuando no hay espacios adecuados para procesar lo vivido ni estrategias que ayuden a integrar lo sucedido de forma simbólica, el dolor colectivo puede dejar una huella profunda, expresada en síntomas emocionales y conductuales que se prolongan por mucho tiempo.Dalia Aguiló considera que para mitigar los efectos del duelo colectivo, es esencial crear condiciones que favorezcan la integración emocional y simbólica del evento vivido.Algunas herramientas útiles desde la psicología:1- Nombrar lo que sentimos, que no es más que poner en palabras el impacto emocional que hemos experimentado, sin minimizarlo ni racionalizarlo. Validar el dolor es el primer paso para procesarlo.2- Preparar espacios grupales de contención. Organizar círculos de escucha, encuentros comunitarios o dinámicas psicoeducativas que permitan que el dolor se comparta desde el respeto y la seguridad emocional.3- Límites saludables con los medios. En esta parte recomienda dosificar la exposición a imágenes o relatos dolorosos, ya que esto puede ayudar a reducir la sobrecarga emocional.4- Recomienda realizar rituales simbólicos, ya que aun sin tener vínculo directo con la pérdida, hacer este tipo de actos simbólicos de despedida o recuerdo favorece el cierre emocional y la elaboración del duelo.5- Rutinas de autocuidado: Dormir, alimentarse bien, moverse y crear espacios de calma emocional contribuyen a restaurar el equilibrio interno.6 – Psicoeducación y acompañamiento profesional para así comprender que lo que sentimos es una respuesta esperable frente al dolor colectivo, ya que esto nos ayuda a dejar de juzgarnos y a buscar apoyo, si lo necesitamos.La especialista dice que acompañar a un duelo colectivo desde el rol profesional, implica escuchar sin juzgar, validar sin dramatizar y abrir espacios donde cada persona pueda procesar su experiencia a su ritmo.Concluye diciendo que el dolor compartido, si se aborda con conciencia y sensibilidad, puede transformarse en una oportunidad de reconexión humana. Una invitación a cuidarnos, no solo como individuos, sino como comunidad.
Agregar Comentario