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El presidente Grant y el conservadurismo de hoy en Estados Unidos

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En esta guerra comercial del presidente Donald Trump, Canadá es uno de los principales objetivos de Estados Unidos.

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En esta guerra comercial del presidente Donald Trump, Canadá es uno de los principales objetivos de Estados Unidos. Ya en su discurso de investidura, dejó claro su intención de anexionarse el país. Cuando se anunciaron los aranceles a las importaciones canadienses de automóviles, autopartes, acero y aluminio, el ex primer ministro Justin Trudeau acusó al presidente estadounidense de planear «un colapso total de la economía canadiense porque eso facilitaría la anexión». Y el nuevo primer ministro canadiense, Mark Carney, fue tajante en su respuesta: «la histórica relación con Estados Unidos, basada en una integración cada vez más profunda de nuestras economías y en una estrecha cooperación militar y de seguridad, ha terminado».

Los antecedentes de esta historia se remontan a los orígenes mismos de Estados Unidos y se intensificaron después. Tanto el presidente Ulysses Grant (1869-1877) como el senador Charles Sumner (1851-1874) buscaban la anexión de Canadá a través de una postura más agresiva hacia Inglaterra, a raíz de las llamadas «reclamaciones de Alabama». Gran Bretaña, al igual que Francia y España, reconoció la beligerancia del Sur durante la Guerra de Secesión. Importantes intereses mercantiles de Liverpool, vinculados a los algodoneros sureños, ayudaron a los confederados con la construcción de barcos de guerra en el mencionado puerto.

De ellos, el más famoso fue el Alabama, que causó grandes daños a Estados Unidos durante la contienda. Estos daños y la prolongación de la guerra por dos años debido al apoyo inglés a los confederados, se estimaban en 2 millones 125 mil dólares, y esta exigencia sería formulada por Grant y Sumner a Gran Bretaña para obtener Canadá. Conscientes de que a los ingleses les sería difícil pagar esa suma, esperaban que ocurriera lo mismo que con España y México: verse obligados a ceder territorio como compensación.

Después de la Guerra Civil, se desarrolló en Estados Unidos un fuerte sentimiento antibritánico. Los de la Unión, porque no perdonaban el apoyo al Sur, y este, al considerar que los ingleses pudieron haberle dado más respaldo. En el último tramo del gobierno de Andrew Johnson (1865-1869) y de William H. Seward, el secretario de Estado, se llegó a un acuerdo con Inglaterra, el Johnson-Clarendon; pero el Senado, como en muchos otros casos, se negó a ratificarlo.

Ahora, aunque Sumner aumentaba su hostilidad hacia Inglaterra, Grant y Hamilton Fish, el secretario de Estado, eran más cautelosos al evaluar los peligros de una guerra con los ingleses. Fue así como el 8 de marzo de 1871, se firmó el Tratado de Washington. Inglaterra se limitó a señalar que lo relacionado con Canadá solo competía a los canadienses, y estos no veían con buenos ojos el proyecto estadounidense, ya que se les había concedido una amplia autonomía a partir de la rebelión de 1937-38. Fue a raíz de los sucesos de la guerra de independencia de Cuba, en octubre de 1868, cuando Estados Unidos se enfrentaría a conflictos por el proyecto de reconocer la beligerancia de los patriotas: para entonces, le exigía cuentas a los ingleses por su reconocimiento y apoyo a los sudistas.

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