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SANTO DOMINGO.- Con el fallecimiento de Eligio Antonio Blanco Peña (El Pai), llega a su fin una extensa trayectoria de lucha revolucionaria y social, que incluyó su rol como antitrujillista, combatiente constitucionalista y defensor de los campesinos.
Su velatorio se realizará el lunes en la Funeraria del Jardín Memorial, en la Avenida 27 de Febrero con Avenida Núñez de Cáceres, de nueve de la mañana a tres de la tarde. Parte de sus hijos están viajando desde el extranjero para asistir a las exequias.
Blanco Peña, nació el 21 de noviembre de 1931, en Moca, provincia Espaillat, hijo de Andrés Avelino Blanco y de la señora Teolinda Peña de Blanco. Desde muy joven, sintió el impacto de la crueldad de la dictadura trujillista, por lo que se unió a planes subversivos, lo que le valió detención, tortura y represión en múltiples formas;
Fue encarcelado en 1959, a los 19 años, y llevado a la cárcel de La Victoria. Tras el derrocamiento de la dictadura, regresó a su hogar y a las luchas sociales para, en 1965, participar en la Revolución de Abril, siendo apresado en San Francisco de Macorís, adonde fue enviado por su partido 14 de junio a intentar extender la revuelta constitucionalista, un intento que fracasó. Era dirigente del 14 de Junio desde la época trujillista.
Blanco Peña formaba parte de un grupo que buscaba tomar el cuartel policial de San Francisco de Macorís y la Fortaleza del Ejército para extender la revuelta constitucionalista a ciertas provincias importantes.
Entre sus compañeros de lucha en esa jornada se encontraban: Virgilio Perdomo, Franklin Rancier, Marcelo de la Cruz, Eligio Antonio Blanco Peña, Luis Sostenes Peña Jacquez, Rodrigo Lozada, Gilberto Domínguez, Luis Parris, Prandy (La Chuta), Arnulfo Reyes, Titico Cerón, Ulises Cerón, Sagrada Bujosa, Ivelisse Acevedo, Cristinita Díaz. Además de dos hombres rana designados por el jefe del Ejército Constitucionalista, Juan María Lora Fernández.
Durante la revuelta constitucionalista, fue comandante de un comando desde el cual forjó una trayectoria de firme lucha, primero contra los efectivos del Gobierno de Reconstrucción Nacional, con sede en la Base Aérea de San Isidro, y luego contra las tropas estadounidenses, cuando adquirió un carácter de Guerra Patriótica.
Posteriormente, durante el primer gobierno del doctor Joaquín Balaguer, que comenzó en 1966, fue nuevamente encarcelado, debido a sus actividades revolucionarias, y retornó a la penitenciaría de La Victoria.
Mientras estuvo en prisión, se convirtió en un símbolo de la resistencia de izquierda y en un patriarca de los presos políticos, mediando en conflictos entre las autoridades y los presos políticos, pidiendo atención para los presos comunes y orientando a familiares y visitantes de los reclusos por razones políticas, todo con una voz siempre serena. Su nombre era sinónimo de respeto, incluso para quienes no compartían sus ideas revolucionarias, gracias a la coherencia y al respeto con el que se relacionaba con los demás.
En La Victoria, desarrolló su capacidad artesanal, creando obras en madera, alambres, jícaras de coco y otros materiales, que regalaba y vendía para obtener recursos para su familia.
Su apariencia siempre fue impecable: ropa limpia, cuerpo aseado con disciplina y un bigote recortado con precisión y elegancia. Cuando logró salir de prisión, volvió a su casa, en el sector Respaldo Ensanche La Fe, cerca del periódico El Nacional, en la avenida San Martín.
A lo largo de su vida, su labor social y revolucionaria fue reconocida por diversas instituciones, incluyendo la Academia de Ciencias de la República Dominicana (ACRD), el Senado de la República, varias alcaldías y sectores de la Iglesia Católica.
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