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A sesenta años de la Revolución de abril de 1965, un grupo de combatientes conmemoró ayer la gesta patriótica con un panel donde recordaron y compartieron sus vivencias, reflexiones y legado sobre ese importante movimiento en la historia y la democracia del país.
La actividad estuvo liderada por los combatientes Rafael (Fafa) Taveras, Teresa Espaillat, Sagrada Bujosa y Rafael (Cocuyo) Báez, quienes narraron con orgullo lo vivido en aquellos días de lucha en favor de la constitucionalidad dominicana y el retorno al poder del derrocado presidente Juan Bosch.
Durante su intervención, Fafa Taveras calificó la Revolución como el mayor esfuerzo por el respeto a la democracia del país, en el que el pueblo dominicano, sin distinción de clases, se unió para luchar en defensa de su soberanía ante la invasión estadounidense.
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“De todos los grupos hubo una participación impuesta por el consenso. El mayor nivel de unidad política que se ha propiciado se desencadenó en esos días”, aseguró.
En ese sentido, resaltó que a pesar del paso del tiempo, aquella batalla librada en abril de 1965 sigue siendo una referencia sobre la unidad que necesita el país en estos momentos.
Asimismo, criticó el estado de las instituciones gubernamentales que, a su juicio, son utilizadas como una especie de licencia para el beneficio de quienes se encuentran en el poder y no para servir al pueblo.
Por su parte, Teresa Espaillat resaltó la participación y el importante rol que jugaron las mujeres en la revolución, con su colaboración activa tanto al frente de la batalla como en labores de organización y apoyo logístico.
“No se agota el abanico de tareas y de roles diferentes que asumimos las mujeres, pues iba desde tomar el fusil y preparar una bomba de molotov, hasta brindar el café a los combatientes”, recordó.
Espaillat destacó que la Revolución de abril fue una guerra popular y que las mujeres, como parte de la población civil, estuvieron presentes desde el primer día, a pesar de la subordinación que existía para aquel entonces. Indicó que su presencia y participación se volvió necesaria para poder resistir y hacer frente a las tropas de invasión.
En sus palabras finales, enfatizó que el levantamiento del pueblo dejó un legado moral y patriótico que pertenece a todos los dominicanos.
A su vez, recalcó que Estados Unidos sigue siendo un enemigo para la República Dominicana, y que podrían estar interesados en incidir en las decisiones nacionales, incluso en estos tiempos. “Siguen aquí con tropas y sin tropas, porque hasta por teléfono dan órdenes y están presentes incluso en decisiones de nuestra riqueza, como por ejemplo la aparición de tierras raras”, explicó.
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