Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
En Estados Unidos no quieren saber nada con los monopolios, y ya no es solo Google en la mira: Meta también está bajo escrutinio, y existe la posibilidad de que pierda dos partes importantes del negocio.
¿Qué está ocurriendo? Podría decirse que es similar a poner el candado después del robo, ya que las autoridades estadounidenses buscan hoy regular a compañías que dejaron crecer casi sin límites.
Hace 15 años, Google y Facebook, aunque acaparaban titulares y estaban de moda, no eran los grandes conglomerados de hoy.
Mediante adquisiciones –no todas exitosas- y apuestas que parecían arriesgadas y absurdas, lograron expandir sus horizontes y consolidarse como referentes en sus áreas.
Hoy Meta -antes Facebook- y Google forman parte de Big Tech junto a Apple, Microsoft y Amazon. Todas, en algún momento, han sido escudriñadas por posibles monopolios.
¿Es justo hablar de monopolios? A simple vista, pareciera que sí. Después de todo, crearon ecosistemas completos que coartan la competencia.
Para evitar la concentración excesiva de poder, las autoridades ejercen la ley antimonopolio, pero los argumentos no son los más sólidos.
En el caso de Meta, se discute la compra de Instagram (2012) y WhatsApp (2014) para consolidarse en el espacio social y cerrar el paso a competidores como Google.
El argumento, basado más en suposición que en realidad, no está alejado de la realidad, porque así pretendía convencer Morgan Stanley a Zuckerberg cuando se discutía la compra de WhatsApp.
Es un hecho que la compra de Instagram y WhatsApp benefició a Zuckerberg, que al día de hoy son clave para Meta. Sin embargo, estas compras pudieron no ser exitosas, y de ser así, Meta no estaría en la mira.
No es que deba permitirse a compañía alguna monopolizar un mercado y consolidar poderes casi absolutos, pero quizás la solución no sea desmantelar conglomerados o forzar la venta de partes.
Quizás sea más sensato imponer controles reales y exigir mayor responsabilidad a empresas que crecieron ofreciendo servicios “gratuitos” que acaparan datos de forma poco ética.
También sería más adecuado exigir compensación por los abusos y por el uso de tácticas para crear adicción, manipular la opinión y distorsionar realidades.
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