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El Ministerio de Comercio chino presentó estas acciones como una forma de "proteger mejor los intereses nacionales".

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El Ministerio de Comercio chino presentó estas acciones como una forma de «proteger mejor los intereses nacionales». Un 34% de aranceles adicionales sobre todas las importaciones estadounidenses es una medida sin precedentes. Pekín dirige su mirada a la economía estadounidense en su totalidad e intensifica sus medidas sometiendo a varias empresas a controles de exportación o incluyéndolas en listas negras. Otra medida significativa son las restricciones a las exportaciones de tierras raras esenciales para la electrónica militar, como el terbio y el disprosio, que se emplean en las baterías de los coches eléctricos y en los sistemas de guiado. Esto representa una amenaza directa para los sectores tecnológico, de defensa y energético estadounidenses.

Este es un punto de inflexión histórico en la guerra comercial, sin precedentes desde principios del siglo XX. Cientos de miles de millones de dólares de comercio están en juego.

Las consecuencias no se han hecho esperar. En Wall Street, las acciones chinas se desplomaron un 8,9%, algo inédito desde octubre de 2022. Un desplome desencadenado en un día festivo en China y que golpea con fuerza esta mañana las plazas financieras locales.

Y sobre el terreno, las empresas se están adaptando, y algunas ya están acelerando el traslado de su producción a Vietnam, México o India. Este movimiento refleja la aceleración de la desvinculación de los dos gigantes y una reconfiguración duradera de las cadenas mundiales de suministro.

En primer lugar, para los consumidores estadounidenses: los aranceles significan impuestos a la importación. Como consecuencia, los precios suben. Un iPhone puede costar más de 2.000 dólares, un coche eléctrico más de 50.000… Además, hay una presión directa sobre sectores clave como el textil y los productos electrónicos de uso cotidiano.

También para China el golpe es real. Sus exportadores, ya debilitados por la ralentización económica, están viendo cómo merma su competitividad. Y la incertidumbre pesa sobre los mercados emergentes: los inversores revisan sus posiciones, sobre todo en tecnología, y huyen de los activos considerados demasiado expuestos a esta guerra comercial.

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Países como Vietnam, que se habían beneficiado de la retirada de las empresas chinas, también se ven ahora afectados por las sobretasas estadounidenses. Esto los está acercando a Pekín, incluso a nivel estratégico. Xi Jinping está aprovechando la situación: este mes se embarca en una gira diplomática por Vietnam, Malasia y Camboya…

Con el aumento de las barreras comerciales entre las dos mayores potencias del mundo, el riesgo de desaceleración económica mundial, o incluso de recesión técnica, es muy real.

Esta guerra comercial ya no es sólo una cuestión de aranceles. Forma parte de una rivalidad estratégica a largo plazo que está redefiniendo el equilibrio del comercio mundial… y quizás, en el futuro, las alianzas políticas del mundo.

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