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Washington – Aún no cumple los 100 días de su segundo mandato como presidente de Estados Unidos y la mayoría de sus compatriotas ya manifiestan rechazo a Donald Trump.
Las actitudes de rey o dictador con las que gobierna el mandatario estadounidense han provocado un caos constitucional y un pavor económico sin precedentes en la historia moderna de su país.
En el amanecer de este miércoles 30 de abril, cuando se cumplan los 100 días de su segundo período presidencial, Trump despertará escuchando el eco del rechazo ciudadano a su estilo autocrático.
Las encuestas realizadas por diversos medios de comunicación, incluidos aquellos que noticiosamente se dedican a halagarlo, coinciden en el credo de intolerancia expresado por quienes participaron en los sondeos.
El 66% de los estadounidenses considera “caótica” la segunda presidencia de Trump. El 59% se declaró “temeroso” del futuro por la manera de gobernar de Trump y, por lo tanto, el 54% lo desaprueba como presidente y el 42% lo aplaude; según la encuesta del diario The New York Times y la encuestadora Siena.
Muy poca es la diferencia que se encuentra al hacer la comparación con la encuesta del periódico The Washington Post, la cadena de televisión ABC y la encuestadora Ipsos, que recogieron una repulsión del 53% a la labor de Trump y una aceptación del 46%.
Ni qué decir de la que este domingo 27 de abril reveló la cadena de televisión NBC: 55% descalifica su labor presidencial, 45% la apoya.
No obstante, el presidente descalificó los sondeos anteriores, incluidos los de la televisora Fox News y del rotativo The Wall Street Journal que, a pesar de ser sus incondicionales, no pueden ocultar la realidad.
Innegable es la inconformidad de los estadounidenses con la segunda presidencia de Trump, reacio a aceptar que sus votantes, incluidos los republicanos, aborrecen su política económica, su imposición de aranceles a otros países y las tácticas de criminalizar la inmigración indocumentada sin justificación válida.
“Es la economía, estúpido”, mantra que el expresidente Bill Clinton dejó en la Casa Blanca para que cualquiera que llegue al poder entienda que a los estadounidenses se les puede golpear en todo; menos en el bolsillo.
Estados Unidos se encamina a una recesión derivada del alza inflacionaria por las tarifas impuestas por Trump a decenas de países.
Wall Street, el mercado bursátil en Nueva York, desde que el presidente de Estados Unidos declaró la guerra comercial a casi el mundo entero, tiene un volumen de pérdidas que oscila en 12.5%; miles y miles de millones de dólares diluidos en promesas vacías trumpistas.
Es claro que lo que ha emprendido Trump en su segunda presidencia es una falacia. Las tarifas no generan riqueza inmediata ni bajan la inflación ni el desempleo y, por el contrario, empujan a la Reserva Federal a subir las tasas de interés para impedir una crisis económica.
Trump no puede pisotear la independencia del Poder Judicial por su racismo y odio a los inmigrantes.
Perseguir judicialmente a jueces que se oponen a la emulación trumpiana de una monarquía segregacionista le es contraproducente.
Los estadounidenses están de acuerdo en que se deporten a inmigrantes indocumentados, pero con dignidad, con respeto a sus derechos humanos y civiles, sin que Trump pretenda burlarse de la Constitución.
En el semáforo político de Washington se encendió la luz amarilla, una advertencia tácita a los republicanos de que, si siguen cruzados de brazos permitiendo que Trump gobierne como dictador, en las elecciones de medio término en noviembre de 2026, el electorado podría quitarles el poder de representación mayoritaria que por ahora tienen en el Capitolio.
POR J. JESÚS ESQUIVEL
COLABORADOR
@JJESUSESQUIVEL
PAL
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