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La cuarta palabra… de otra forma

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Estimado y afable lector, todos sabemos que Jesucristo pronunció 7 frases desde la Cruz.

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Estimado y afable lector, todos sabemos que Jesucristo pronunció 7 frases desde la Cruz. Sin embargo, no hay seguridad de un orden cronológico, sino tradicional o convencional. De hecho, los cuatro evangelios no mencionan de manera cronológica esas frases. Por ejemplo, en los dos primeros -Mateo y Marcos- solo se refieren a una frase que es precisamente la cuarta que vamos a analizar: «¡Dios mío!, ¡Dios mío! ¿por qué me has desamparado?». (Mateo 27:46 y Marcos 15:34. Biblia de Jerusalén latinoamericana). En el evangelio de Lucas encontramos tres frases, y en el de Juan, el mejor de los cuatro, hallamos la misma cantidad. Muchas personas desconocen que era una costumbre de los israelitas orar repitiendo salmos cuando se enfrentaban a una situación calamitosa, porque sentían que al hacerlo su angustia disminuía, aunque su situación real pareciese que concluiría con la muerte. Así lo hicieron los judíos que estuvieron en los terribles campos de exterminio de la Alemania Nazi, donde no sólo había israelitas, sino de otras nacionalidades.

Lo anterior permite comprender que cuando el profeta Jonás se encontraba en el vientre de un gran pez -no ballena como suelen decir- (Jonás 1:17), oraba de la siguiente manera: «Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó». Eso es el Salmo 120:1. Además dijo: «Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí». Salmo 42:7. Continuó diciendo: «Las aguas me rodearon hasta el alma». Eso corresponde al salmo 69:1. Y eso también lo dice Jeremías en el capítulo 3 de sus Lamentaciones.

El punto es que Jonás, Jeremías y otros personajes bíblicos repetían salmos cuando estaban en situaciones angustiantes. Y nos hemos referido a eso, porque precisamente con esta cuarta frase, Jesucristo lo que está haciendo es continuar la costumbre de repetir salmos. En su caso está diciendo el versículo 1 del Salmo 22.

El nombre «Semana Santa» se empezó a usar en el siglo IV (D.C.), siendo los primeros en hacerlo, Atanasio, obispo de Alejandría, y el obispo Epifanio de Constancia.

Todos sabemos también que católicos y protestantes hacen una ceremonia en el llamado Viernes Santo, la cual incluye la predicación de las siete frases. Y suele ocurrir una situación «curiosa», tanto sacerdotes, pastores, laicos, diáconos y otros seleccionados para leerlas y comentarlas, suelen comportarse con un marcado histrionismo en sus ademanes, gestos y en el tono de su voz. Eso es más llamativo al predicar sobre esta cuarta frase, porque suelen emplear un lenguaje almibarado y melodramático, como si pretendiesen que la enorme audiencia que tienen ese día, sintieran deseos de llorar al tratar de provocar en ellos lo que se conoce en psicología y psiquiatría como «Contagio afectivo», que suele ocurrir cuando la conducta de otra persona, o grupo de personas, sea esta de alegría o tristeza, nos afecta de tal manera que también comenzamos a sentir lo mismo. Pondremos dos ejemplos:

1- Sucedió cuando el doctor José Francisco Peña Gómez, con una voz estruendosa, cargada de afecto, llamó al pueblo a salir a las calles en 1965. Él logró contagiar su entusiasmo, y el pueblo tuvo ese contagio afectivo, y así inició la revolución.

2- Cuando Jesucristo se dirigió a resucitar a Lázaro. Una de sus hermanas -María- estaba llorando de una manera tan desconsolada, que su llanto logró contagiar a Jesucristo, y éste también lloró. (Juan 11:28-33).

Acabamos de ver que en el caso de María, logró contagiar afectivamente a Jesucristo. Sin embargo, ninguno de estos sacerdotes, pastores, laicos, diáconos y otros, logran contagiar afectivamente a su audiencia cautiva, porque para que el contagio afectivo se haga realidad, debemos percibir que es genuino. En el caso de Peña Gómez y María, el sentimiento era genuino y por eso se dio el contagio afectivo. Mientras que el de ellos suele ser inauténtico, teatral, histriónico, y para colmo de los colmos, también es errado, debido a que suelen expresarse con reflexiones como las siguientes: Que Jesucristo en su condición humana -de hombre- se sintió solo y abandonado en esos momentos por Yahvé. Y de esa conducta propia de los profanos, lo más suave que podemos hacer es calificarla de blasfema y fruto de la ignorancia. Quienes así concluyen son incapaces de percibir claramente el mensaje que Jesucristo desea darnos al pronunciar en alta voz el versículo 1 del Salmo 22. Para estos personajes -sacerdotes, pastores, laicos, diáconos y otros- Jesucristo sería como una especie de «Superman» con sus dos personalidades: Clark Kent, periodista del Daily Planet, quien es timorato y debilucho. Y en la otra como Superman, fuerte y poderoso.

Planteadas así las cosas, entonces para ellos Jesucristo como Superman: 1- Camina sobre las aguas (Mateo 14:22-23. Marcos 6:45-51. Juan 6:16-21). 2- Convirtió el agua en vino (Juan 2:1-11). 3- Resucitó a Lázaro (Juan 11: 38-44). 4- Multiplicó los panes y los peces. Ese hecho está descrito en los cuatro evangelios.

Y entonces como Clark Kent, al ser timorato y débil, por eso se está quejando de que Yahvé lo abandonó. Ignoran que lo que produce angustia es el temor, no el miedo. El temor es una sensación de inseguridad ante lo desconocido o incierto, y es habitual que esto ocurra en los neuróticos de carácter. Mientras que el miedo ocurre ante algo concreto.

Y para Jesucristo era seguro que moriría, e incluso lo había dicho a sus discípulos antes de que ocurriese, lo que incluso provocó que le hablara de manera fuerte a Pedro, veamos: «Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándole aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres» (Mateo 16:21-23). Debemos aclarar que Pedro estaba teniendo una conducta lógica para él, porque éste sabía que Moisés había huido de Egipto para evitar que lo mataran. También sabía que David había huido para evitar que Saúl lo matara. Además, sabía que Elías había huido, porque la reina Jezabel había jurado matarlo, e incluso envió a decírselo con un mensajero. Así que para Pedro era una conducta sagaz que Jesucristo evitase morir crucificado.

También debemos aclarar que la palabra Satanás usada por Jesucristo en ese contexto, se refiere en realidad a todo aquello que nos intenta apartar de nuestros planes nobles.

Jesucristo, demostrando también tener plena conciencia de lo que sucedería, había dicho lo siguiente: «Por eso me ama el padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo». (Juan 10:17-18, Biblia de Jerusalén latinoamericana). Otro hecho que debemos tener presente es que cuando fue a resucitar a Lázaro ocurrió lo siguiente: «Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado». (Juan 11:41-42).

Creemos que usted puede percibir -sin que le quede ninguna duda razonable- que la comunicación de Jesucristo con Yahvé es firme y constante. Y que él tenía plena seguridad de eso. Razón por la cual en ningún momento podría sentirse abandonado, como suelen decir prácticamente todos los que predican sobre esa cuarta frase, demostrando estar más pendientes de su actuación teatral, cargada de histrionismo. De lo cual se deduce, que lo hacen así por su ignorancia, aunque hayan estudiado en prestigiosos seminarios católicos o protestantes.

Al realizar sus evaluaciones, dejan evidenciada su incapacidad para poder captar el real mensaje de Jesucristo al pronunciar en voz alta esa cuarta frase: 1- Que dijo el versículo 1 del Salmo 22, no porque se sintiera abandonado, sino para enseñarnos que cada vez que estemos pasando por situaciones tormentosas -estresantes- repetir mentalmente algún versículo de un salmo que sea de nuestra predilección, como lo hacían sus ancestros y los nuestros. 2- Que debemos tener la seguridad, como dijo en Juan 11:41-42, de que Yahvé siempre nos escucha. 3- Que ser creyentes, no nos hace inmunes a las adversidades y frustraciones de nuestra vida cotidiana. 4- Que las pruebas y dificultades de nuestra vida cotidiana, nos ayudan a ser más fuertes y quedar preparados para poder enfrentar con mayores probabilidades de éxito, pruebas o frustraciones posteriores. (Santiago 1:2-3). 5- Que sólo entendiendo esto podemos quedar capacitados para recibir la herencia que Jesucristo nos dejó, que consiste en recibir su paz: «Les dejo la paz, mi paz les doy, no se la doy como la da el mundo. No se turbe su corazón ni se acobarde». (Juan 14:27. Biblia de Jerusalén latinoamericana).

En conclusión, esperamos que usted haya quedado plenamente convencido de que Jesucristo no se sintió abandonado por Yahvé.

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