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Santo Domingo. – Quejarse de vez en cuando es totalmente normal. Todos lo hacemos: cuando algo no funciona como queremos, cuando el día ha sido duro o cuando una discusión nos deja un mal sabor. Expresar nuestro disgusto puede ser, incluso, beneficioso para la salud mental.
Pero ¿Qué ocurre con esas personas que viven en una queja continua?
Hay quienes parecen ver el mundo con un filtro gris: todo les molesta, todo les sale mal y siempre hay un culpable. Esta actitud, más allá de ser agotadora, puede terminar perjudicando sus relaciones, su bienestar y su ambiente emocional.
El psicólogo Xavier Molina explica que muchas veces, detrás de esa insatisfacción constante, hay una manera de protegerse: culpar a otros para no hacerse cargo de responsabilidades. A esto se le denomina victimismo crónico.
Se trata de una actitud que se instala casi sin que la persona lo perciba. El mundo se ve como un lugar hostil, donde todo se confabula en su contra. Y aunque parezca exagerado, esta forma de pensar puede ser muy limitante.
La buena noticia es que se puede cambiar. El primer paso, como en muchas cosas, es darse cuenta de lo que ocurre. Aceptar que uno está atrapado en un ciclo de quejas es fundamental para empezar a salir de él.
La terapia psicológica, especialmente la cognitivo-conductual, ayuda a identificar estos patrones y a trabajar la autoestima y la responsabilidad personal. También es importante que el entorno — familia, amigos, pareja — aprenda a poner límites y no alimente el rol de víctima con atención excesiva o sobreprotección.
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