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Lima, la urbe que Mario Vargas Llosa transformó en protagonista literario

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Fue en la capital peruana donde vivió experiencias cruciales para su vocación literaria.

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Fue en la capital peruana donde vivió experiencias cruciales para su vocación literaria. Cuando, hace más de cincuenta años, Mario Vargas Llosa hizo que Zavalita contemplara la avenida Tacna «sin amor», transformó a Lima, de mero escenario a personaje principal de una prolífica y destacada carrera literaria que le dio fama mundial y lo llevó a ganar el premio Nobel de Literatura. Aunque el escritor siempre se mostró orgulloso de haber nacido en Arequipa, la segunda ciudad más importante de Perú, pasó sus primeros años en la boliviana Cochabamba y la norteña Piura, antes de llegar a Lima a los 10 años con sus padres.

Fue en la capital peruana donde vivió experiencias transcendentales para su vocación literaria, desde el internado en el colegio militar Leoncio Prado, sus primeras incursiones periodísticas en el diario La Crónica o los estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Parte de eso se aprecia en ‘La ciudad y los perros’ (1963), la novela con la que ganó un año antes el premio Seix Barral y que es considerada como uno de los momentos fundacionales del famoso ‘Boom’ de la literatura latinoamericana. En Lima transcurren las aventuras y desventuras de personajes como el poeta Alberto, que recorre los pabellones del colegio militar, en el distrito costero de La Perla, o las calles luminosas y arboladas del barrio de Miraflores, que también recorre la vida trágica y atormentada de Cuellar en ‘Los cachorros’ (1967).

Miraflores, convertido en la actualidad en el distrito turístico por excelencia de Lima, ya había sido escenario del cuento ‘Día domingo’, incluido en ‘Los jefes’ (1959), en el que se ofrece una de las primeras descripciones del ahora famoso litoral de la Costa Verde, con su mar frío y de oleaje intenso, frecuentado desde siempre por intrépidos nadadores. En ‘La ciudad y los perros’ se pueden conocer las calles del distrito de Lince, donde Alberto visita y se enamora de Teresa, la amada secreta del desafortunado Esclavo, y la muchacha que, en otra vuelta de tuerca literaria, fue y será el gran amor del violento, e inolvidable, Jaguar. En esa primera novela, Vargas Llosa también lleva a sus lectores, en una incursión clandestina y sórdida, al barrio ya desaparecido de Huatica, en el distrito de La Victoria, donde por aquel entonces existían calles ocupadas por prostitutas como la ‘Pies dorados’.

La gran pregunta de la peruanidad. Pero es en ‘Conversación en La Catedral’ (1969), la novela en la que Zavalita mira la ciudad ‘sin amor’, donde Lima trasciende el escenario y se convierte en una protagonista intensa y paradigmática de la literatura peruana. Todo nace del interrogante que Vargas Llosa sella a fuego al lanzar la famosa pregunta que abre la novela, mientras Santiago Zavala mira la ciudad desde la puerta del diario La Crónica: «¿En qué momento se había jodido el Perú?». «Las manos en los bolsillos, cabizbajo, va escoltado por transeúntes que avanzan, también, hacia la plaza San Martín. Él era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál?», escribe en uno de los grandes inicios de la literatura.

En el universo de esta novela, considerada por muchos el mejor libro de Vargas Llosa, puede conocerse ‘La Catedral’, el sórdido bar ubicado cerca a la vía férrea y el río Rímac, por entonces casi en los extramuros de la ciudad, y del que ahora solo queda una fachada semiderruida que el escritor visitó, para tomarse una foto, en noviembre de 2024. Pero, además, aparece la histórica Casona de la Universidad de San Marcos, que hace unos años fue restaurada con apoyo de la Cooperación Española y luce ahora como una antigua joya dedicada a actividades culturales en medio del caos del centro capitalino.

Otros paisajes de la geografía literaria. En la geografía literaria de Vargas Llosa vuelve Miraflores en ‘La tía Julia y el escribidor’ (1977) y en ‘Historia de Mayta’ (1984), donde también se recorre el distrito bohemio de Barranco, desde donde se cuenta una historia de dogmatismo y violencia que anticipa el horror que afrontaría el país en los años ochenta, a partir de la irrupción de Sendero Luminoso. Vargas Llosa ofrece otras pinceladas e historias de calles y paisajes limeños en ‘Los cuadernos de don Rigoberto’ (1997) y parte del antiguo esplendor del centro histórico aparece en ‘El paraíso en la otra esquina’ (2003), la historia de la franco-peruana Flora Tristán y de su nieto, el célebre pintor francés Paul Gauguin, quien vivió parte de su niñez en Lima. La capital del Perú reaparece en ‘Travesuras de la niña mala’ (2006), y en ‘Cinco esquinas’ (2016), el nombre de una de las calles más emblemáticas de los viejos Barrios Altos, otra zona del centro histórico que ahora luce las ruinas de tiempos mejores. El gran escritor anunció el fin de su carrera novelística a los 87 años, con la publicación de ‘Le dedico mi silencio’ (2023), que narra el amor del Toño Azpilcueta por la música criolla peruana, a partir de lo cual rememora calles, barrios y escenarios de una ciudad a la que dio protagonismo literario con sus marcados contrastes, que también fueron parte de sus pasiones.

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