Salud

Migración en centros hospitalarios

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Hacia dónde nos dirige este discurso de odio?

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

La reciente decisión de colocar agentes de Migración en hospitales públicos es un grave retroceso en derechos humanos y salud pública.

Esta medida, en lugar de solucionar un problema, pone en peligro la vida de muchos y proyecta una imagen cruel y deshumanizada de nuestro país.

Las imágenes mostradas por medios nacionales e internacionales, con mujeres embarazadas o recién dadas a luz siendo detenidas y deportadas con sus hijos, son sumamente preocupantes.

Estas imágenes revelan una sociedad que ha perdido el respeto por la maternidad, la dignidad humana y los principios básicos de solidaridad.

Es una política que ni siquiera Trump, con su postura migratoria dura, se atrevería a aplicar.

Resulta alarmante ver cómo algunos sectores celebran la ausencia de pacientes haitianos o de ascendencia haitiana en los hospitales, como si fuera un logro.

Aún peor, mientras esto ocurre, se permiten manifestaciones de tinte fascista que sugieren repetir tragedias como la masacre de 1937. ¿Hacia dónde nos dirige este discurso de odio?

Los argumentos que buscan justificar esta política también son cuestionables. Se exagera el costo de la atención a embarazadas haitianas, usando cifras que no han variado en más de una década.

Un parto normal en una clínica privada no implica un gasto tan alto, y si se compara con el aporte económico y laboral de los haitianos. ¿Dónde están los que se dicen defensores de la vida cuando se persigue a embarazadas y madres recientes?

Este tipo de medidas pueden causar un daño irreparable. Si los haitianos, sus descendientes o incluso dominicanos de piel oscura dejan de ir a los hospitales por temor a ser deportados, aumentarán los contagios de enfermedades como la malaria, la tuberculosis y el VIH. La mortalidad infantil y general también se incrementará.

Los hospitales no deben convertirse en centros de control migratorio. Los médicos están para salvar vidas, no para rechazar a quienes más lo necesitan.

Si el objetivo del gobierno es controlar la migración, que lo haga con respeto, en los puntos fronterizos, sin criminalizar la necesidad de atención médica.

Una sociedad justa se evalúa por cómo trata a los más vulnerables. Hoy, tenemos la opción de elegir entre la compasión o la indiferencia. “Sed justos, que la justicia es la base de la felicidad.” (Juan Pablo Duarte)

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