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Más de 200 figuras religiosas se encuentran en el exilio, lo cual dificulta celebrar misas o escuchar confesiones en Nicaragua, sobre todo en pequeñas aldeas.
Los preparativos para las procesiones de Cuaresma y Semana Santa, que suelen ser muy concurridas y extensas, están en marcha en toda América Latina, pero no en Nicaragua.
Han sido prácticamente prohibidas por segundo año consecutivo, lo que es motivo de preocupación para los fieles en un país que, según defensores de derechos humanos, sacerdotes exiliados y el gobierno de Estados Unidos, está llevando a cabo una de las persecuciones religiosas más flagrantes del mundo.
The Associated Press conversó con varios sacerdotes exiliados en diferentes países, algunos tras ser encarcelados en condiciones inhumanas en Nicaragua. Todos pidieron que sus nombres, ubicaciones actuales y circunstancias de salida del país centroamericano se mantuvieran en reserva por temor a represalias contra sus familias allí.
Más de 200 figuras religiosas están en el exilio, lo que dificulta celebrar misas o escuchar confesiones en Nicaragua, particularmente en pequeñas aldeas.
Muchos pastores que aún están en Nicaragua sufren una vigilancia casi constante, obligados a informar a la policía si desean visitar a alguien enfermo y a presentar borradores de sus sermones para su aprobación, según los exiliados y activistas de derechos humanos.
Con sus cuentas bancarias frecuentemente congeladas o confiscadas, algunos enfrentan escasez de alimentos y medicinas. Un sacerdote relató que sus compañeros clérigos están “atados, sirviendo bajo amenaza”.
EEUU denuncia la represión de Nicaragua contra la religión
El gobierno de Estados Unidos ha condenado al gobierno nicaragüense, liderado por los copresidentes Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, por la represión que parece haberse intensificado en los últimos años.
En su viaje a la región en febrero, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, señaló que el gobierno nicaragüense ha “intentado eliminar, por ejemplo, a la Iglesia católica y a todos los religiosos, y todo lo que pueda representar una amenaza para el poder de ese régimen lo han castigado”.
En su informe anual publicado en marzo, la Comisión de Libertad Religiosa Internacional del gobierno de Estados Unidos denunció las condiciones en Nicaragua como “abismales”. Más del 80% de la población es cristiana, dividida casi en partes iguales entre católicos y evangélicos.
“La libertad religiosa es como un canario en la mina de carbón para el peligro de todos los derechos humanos”, dijo el presidente de la comisión, Stephen Schneck.
La comisión encontró que durante el último año, el gobierno nicaragüense hostigó y deportó a clérigos católicos, utilizó “intimidación y manipulación” para obligar a líderes de la Iglesia Morava Indígena al exilio, arrestó a miembros del ministerio evangélico Mountain Gateway y permitió ataques a santuarios, incluido un incendio que destruyó un crucifijo de 400 años en la capital, Managua.
La comisión denunció la cancelación “arbitraria” del estatus legal de la mayoría de las organizaciones basadas en la fe, lo que a menudo conlleva la confiscación de propiedades. Se ordenó a todas las monjas que abandonaran el país.
“Estas son las monjas que realmente se preocupan por los más pobres de los pobres”, dijo Maureen Ferguson, una de las comisionadas de Estados Unidos. “¿Qué les sucede cuando estas instituciones religiosas, personas impulsadas por la fe, son exiliadas?”.
El gobierno intenta cooptar la fe, afirman los críticos
Para impedir las procesiones de Semana Santa el año pasado, se desplegaron miles de policías, según el informe. Solo se permite el culto al aire libre a clérigos “alineados” con el gobierno.
Los gobiernos locales a menudo organizan festividades paralelas para dar la impresión de que la piedad popular sigue siendo libre, señalan grupos de defensa como Christian Solidarity Worldwide, con sede en el Reino Unido.
Eso forma parte de la estrategia para intentar cooptar al clero y a los fieles, dijo Félix Maradiaga, líder opositor nicaragüense y católico practicante que fue encarcelado y luego exiliado a Estados Unidos en 2023.
“El sandinismo en Nicaragua ha tenido una larga tradición de querer crear una iglesia paralela, de querer adueñarse de los símbolos de la fe”, explicó Maradiaga, a quien no se le permitió rezar públicamente ni tener una Biblia mientras estaba encarcelado.
“El modelo que el sandinismo busca implementar es muy similar a lo que logró China… No cesarán en su presión a la Iglesia católica hasta que tengan una conferencia episcopal que sea de alguna manera cercana a la ideología de la dictadura sandinista. No lo van a lograr”.
Tensiones entre Nicaragua y líderes religiosos
Al igual que varios gobiernos latinoamericanos que tienen sus raíces en revoluciones socialistas, el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua ha mantenido una relación inestable con los líderes religiosos durante décadas.
La Iglesia católica atrajo la ira del gobierno actual cuando sacerdotes y monjas brindaron refugio y primeros auxilios a los heridos cuando el gobierno de Ortega reprimió con violencia las protestas civiles en 2018.
El gobierno ha culpado a clérigos “terroristas” por apoyar el desorden. Clérigos y observadores laicos aseguran que la iglesia ha sido una voz cada vez más inusual en contra de la violencia estatal.
Profesor universitario cuando comenzaron las protestas, Maradiaga relató que los estudiantes lo llamaron diciendo “nos están matando” — y el clero abrió las puertas de sus iglesias.
“La Iglesia lo que hizo fue ponerse del lado de los perseguidos”, recordó Maradiaga.
Varios sacerdotes exiliados contaron que fueron testigos de cómo jóvenes eran baleados durante las protestas y los atendieron, viéndolo como una parte esencial de su ministerio para ayudar a quienes sufrían.
Nuevas formas de represión, pero esperanza persistente
Martha Patricia Molina, abogada nicaragüense que huyó a Estados Unidos, ha documentado casi 1.000 casos de persecución a la iglesia en Nicaragua entre 2018 y 2024. Entre los del último año se encuentran arrestos y deportaciones de clérigos, y la prohibición de una procesión pública del Vía Crucis — la devoción de Cuaresma que conmemora el camino de Jesús hacia la cruz.
“La represión en estos últimos meses tiene un nuevo rostro: las personas agredidas ya no están hablando y denunciando porque al hacerlo la represión se intensifica”, señaló Molina.
De los ocho obispos y un cardenal en la conferencia católica de Nicaragua, cuatro están en el exilio, junto con más de 150 clérigos y seminaristas, y casi 100 monjas y hermanas religiosas que fueron exiliadas, huyeron por su seguridad o no han podido regresar a Nicaragua, según el recuento de Molina.
Según el Vaticano, Nicaragua ha exiliado a cinco grupos de sacerdotes desde 2022, en su mayoría a Estados Unidos y Roma, incluyendo al obispo Rolando Álvarez, quien fue encarcelado por más de un año antes de ser liberado y enviado al extranjero a principios de 2024 tras negociaciones con la Santa Sede.
Para la solemnidad de diciembre de la Inmaculada Concepción de María, a quien los nicaragüenses son particularmente devotos, el papa Francisco escribió una carta exhortándolos a no dudar del “cuidado y misericordia” de Dios.
Los fieles siguen asistiendo a misa, aunque algunos se han reunido en secreto para evitar a los presuntos espías del gobierno que registran a los presentes, explicaron Molina y algunos clérigos.
El miedo es palpable e individual. El padre de Molina falleció recientemente en Estados Unidos, por lo que les solicitó a algunos sacerdotes en Nicaragua si estarían dispuestos a oficiar una misa sobre sus cenizas.
Ninguno lo aceptó, temiendo repercusiones para sus congregaciones. Ella espera que algún día pueda regresar para dar sepultura a su padre en su tierra natal.
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