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El Centro Pompidou, por su importancia, corresponde en el arte moderno y contemporáneo al Museo del Louvre en el arte clásico. Con exposiciones nacionales, regionales y mundiales, de carácter retrospectivo y/o antológico, sobre todo colectivas e incluso personales, con una colección de arte moderno impresionante, atrae a públicos multitudinarios.
Parece poco creíble, salvo para quienes conocen el eurocentrismo, pero nunca había exhibido ni comprado arte dominicano, ignorado en la exposición regional de América Latina y muy recientemente en la retrospectiva global sobre el Surrealismo con motivo del centenario del movimiento.
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Por fin, el Centro Pompidou presenta pintura y escultura dominicanas en el contexto de «Paris noir» (París negro). Abierta recientemente, finaliza el 30 de junio, y con ella el Centro Pompidou cierra sus puertas hasta 2030, entregado a una reconstrucción y /o una remodelación total.
Nos complace escribir acerca de este último evento, gracias a noticias, artículos e informaciones -incluyendo las fotos que nos dio Marie-Annick Seneschal-. Anhelamos ir a la exposición, y entonces expresarnos de manera más concreta acerca de las obras expuestas, igualmente del concepto museográfico.
En los últimos decenios, el arte de África ha sido descubierto en su riqueza actual, que no se limita al folklore y a lo arqueológico. Una valiosa inquietud ha surgido por la revelación de los artistas africanos, caribeños, norteamericanos, que, entre 1950 y 2000, residieron y crearon en París, durante varios años o décadas.
Así nació «Paris noir», cuyo subtítulo importante señala «Circulations artistiques et luttes anti-coloniales, 1950-2000». Para nosotros, es «París negro. Circulaciones artísticas y luchas anticoloniales, 1950-2000».
Muy brevemente, uno de los comisarios de la exposición nos consultó acerca de los artistas dominicanos que, en aquel lapso de tiempo, habían vivido y trabajado en París,
Nos sorprendió el título de la exposición, y captamos entonces que se quería contactar a caribeños por su ascendencia parcialmente africana, y simultáneamente, por sus vínculos culturales y profesionales con la capital francesa.
Tampoco se nos escapó el vínculo ideológico, o sea una especie de «mea culpa» por haberles ignorado siempre -con excepción de Wifredo Lam-. El subtítulo lo confirma: «circulaciones artísticas y luchas anti coloniales», aunque la palabra «circulaciones» no parezca la más adecuada.¡Títulos y subtítulos siempre son difíciles de justificar.
Ahora bien, nos alegramos de que se haya rendido justicia, muy tardíamente, hasta mucho después de la abolición de las colonias. a artistas, de notables a excelentes.
Los prejuicios culturales y raciales explican este desconocimiento, hemos experimentado cómo y cuánto la memoria de la esclavitud queda viva en Jamaica y aun en los departamentos franceses de ultramar. «Paris noir» obviamente quiere borrar ese recuerdo, el menosprecio y la discriminación.
Como lo señalamos, nuestra colaboración fue muy breve, pero de la República Dominicana, Delia Blanco tuvo una participación más intensa y extensa, llegando a textos.
«París negro» era una exposición muy compleja para su organización y la distribución, tanto temática como geográfica, de las obras. Sin embargo, aparte de las artes visuales, había que tener en cuenta la literatura, estando muy ligados a origen, compromiso y expresión, los escritores. Hubiera sido aberrante no incluir a Leopold Senghor, Aimé Cesaire, René Depestre o Edouard Glissant, de reputación mundial.
Cuán arduo era investigar -después de ignorarlos sistemáticamente- y elegir a autores. Otro reto fue luego distribuir, a pesar de la magna superficie de la sexta planta, cientos de obras – dibujos, pinturas, esculturas, fotografías-, de escritos, de documentos que, en esta clase de muestra, son fundamentales ideológica y emocionalmente -de la afirmación a la protesta-.
Pues, si muchos artistas tuvieron como preocupación mayor integrarse y aprovechar las ofertas estilísticas y técnicas brindadas por París, con el fin de modernizar -de «poner al día» sus expresiones respectivas (no había internet…), otros pusieron sus fuerzas en contra de la colonización, todavía vigente, de la explotación, de las restricciones que esta «servidumbre» imponía… en las artes visuales. Sobresalieron en las categorías tradicionales y ya contemporáneas, si nos circunscribimos al área caribeña insular, quienes estaban atraídos por Francia: Cuba, Haití y República Dominicana.
Como en cualquier exposición colectiva, hay una selección histórica y cualitativa, en principio motivada. Aquí, la llamamos «curaduría», en Francia es un equipo de «comisarios».
Por primera vez, hay una presencia concreta de la República Dominicana notable. Figuran obras destacadas en una exposición colectiva, pluricontinental y en cierto sentido homenaje a los que plasmaron sus orígenes, sus tradiciones, incluyendo la cultura popular, al mismo tiempo que aprovechaban los aportes de Francia y París en particular.
Están representados José Castillo -cuatro obras-, Silvano Lora -dos-, con una casi mural, Radhamés Mejía -una-, Luichy Martínez Richiez -una -, Vicente Pimentel -dos-, Victor Ulloa -una-.
Si no están todos los artistas nuestros, activamente presentes en períodos situados entre 1950 y 2000, ¡es un asunto de curadores!.
Ahora bien, han seleccionado, común denominador, una expresión mixta, entre mito y realidad, donde el legado africano y amerindio fundamenta temática y sincretismo.
El expresionismo, muy definido en el arte dominicano, es el estilo dominante en la pintura. Siendo el único escultor Luichy Martínez, representado por una talla vertical en madera.
Ahora bien, los dos pintores, distinguidos en el montaje, son Silvano Lora, aquí héroe pictórico de las luchas anti-coloniales, y José Castillo, el más afín con el propósito de rescate africanista de «Paris noir».
Entre los cuatro cuadros de José Castillo, el Centro Pompidou ha adquirido la primera obra de un pintor domnicano: «Los Cimarrones», pintura luminosa y fuerte, que había obtenido la Paleta de Oro en el Festival Internacional de Cagnes-sur-Mer. Orgullo para la Galería Nacional de Bellas Artes, es la exposición individual de José Castillo en 2023, primer dominicano que figura en la colección permanente del máximo museo contemporáneo de Francia.
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