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Abril apenas comienza y ya 17 mujeres han sido asesinadas. Esta cifra no es solo un número, es una alarma que resuena en los titulares, una sombra que se extiende sobre hogares rotos. La mayoría de los agresores son figuras cercanas: parejas, exparejas, hombres en quienes esas mujeres alguna vez confiaron, amaron o temieron en silencio.
Cada caso es una historia interrumpida: un desayuno que no llegó a prepararse, un hijo que esperará en vano, una promesa apagada con un golpe o una bala. Son madres que no volverán a abrazar, hijas que no cumplirán años, hermanas que dejaron un vacío en la mesa. La violencia machista no es solo un tema de estadísticas, es una herida abierta en el tejido social, una tragedia que, cuando no termina con la vida de la mujer, arrastra a hijos, madres y familias enteras.
Uno de los casos más recientes, que ha consternado a toda una comunidad, ocurrió el pasado lunes en Santo Domingo Este. La tragedia se difundió cerca de las 8 de la mañana, se dio a conocer que un Fabio Montero Veriguete, le quitó la vida a su pareja, su hijo y su nuera, para luego suicidarse. La noticia dejó a todos consternados, llenos de incertidumbre, preguntándose: «¿Cómo pudo pasar?» Algunos incluso afirmaron: «Se le metió el enemigo.»
Un caso similar ocurrió el 18 de enero en la provincia La Vega, donde Luis Jiménez Adames le arrebató la vida a su esposa y su suegra. Otro caso impactante sucedió en 2021, cuando Felipe Toribio Peralta mató a su pareja y a su suegro en Villa Isabela, Puerto Plata.
Un denominador común en estos casos es que el agresor no se limita a la pareja, sino que extiende la violencia a otros miembros de la familia, como hijos y suegros. Este patrón revela que la violencia no solo afecta a la mujer, sino que genera un daño colateral en toda la estructura familiar.
La psicóloga Miosotis Grullón, especialista en terapia familiar y de pareja, explica que no existe una causa única para este comportamiento. Sin embargo, varios factores pueden influir. Entre ellos, mencionó la falta de apoyo familiar, la normalización de la conducta agresiva hacia la pareja, y una especie de venganza ante la frustración por no sentirse valorado por la familia. En resumen, la familia no apoya la violencia, pero no hay una única razón detrás de estos casos.
La especialista agregó que personalidades dependientes, obsesivas, paranoides o narcisistas pueden estar asociadas con los agresores que cometen homicidios múltiples o que asesinan a sus parejas.
Otros factores como el abuso infantil, el consumo de sustancias, las disparidades económicas y educativas, los conflictos de pareja, la tolerancia social hacia la violencia y la impunidad de los agresores contribuyen al aumento de casos en los que el agresor no se limita a la pareja.
Daño a los más pequeños
Los niños expuestos a violencia intrafamiliar sufren graves consecuencias: aumento de la agresividad o retraimiento social, problemas de aprendizaje, trastornos del estado de ánimo (ansiedad, depresión, estrés postraumático), trastornos del sueño y alimenticios, conductas suicidas, y trastornos de enuresis o encopresis. La violencia en el hogar deja secuelas profundas en el desarrollo emocional y social de los niños, por lo que es fundamental ofrecerles programas de apoyo adecuados para sanar y superar este trauma.
¿Por qué se suicidan los agresores?
Según la investigación de María Luisa Maqueda Abreu, estudiante de la Universidad de Granada, titulada «¿Por qué los hombres matan a las mujeres… y después se suicidan?», el feminicidio y el suicidio del agresor están impulsados por la percepción de pérdida de control y autoridad sobre la mujer. Es un intento de restaurar un orden cuestionado, y una respuesta a la pérdida de sentido de vida y reconocimiento social. Esta dinámica refleja las profundas desigualdades que existen en nuestra sociedad.
Marco legal
La Ley 24-97, que modifica el Código Penal dominicano, tipifica la violencia de género y doméstica, imponiendo penas de prisión y multas que se agravan en casos de reincidencia, lesiones graves o muerte de la víctima, y ante la presencia de menores o el uso de armas.
Cifras
En 2023, la Oficina Nacional de Estadísticas registró 137 feminicidios en el país.
Solución
En lo que va de abril, 17 mujeres han sido asesinadas en la República Dominicana, una cifra alarmante que revela una profunda crisis de violencia de género. Estos crímenes no solo arrebatan vidas, sino que destrozan familias, dejando hijos huérfanos, madres desconsoladas y hogares vacíos. La violencia se extiende más allá de la pareja, afectando a otros miembros de la familia y dejando cicatrices imborrables.
La Ley 24-97 busca penalizar estos actos y el Ministerio de la Mujer cuenta con la línea de emergencia *212, para respuesta a mujeres en situaciones de peligro.
Sin embargo, la realidad exige un cambio cultural profundo. Es urgente implementar medidas preventivas y de apoyo a las víctimas, además de desafiar las normas sociales que perpetúan la violencia. Cada vida perdida es un recordatorio de que la lucha contra la violencia de género no es solo una cuestión legal, sino un imperativo moral y social.
Ser testigo o experimentar abuso desde la infancia, abuso de sustancias, disparidades económicas y educativas, conflicto y tensión en la relación de pareja, actitudes y prácticas que refuerzan la subordinación femenina y toleran la violencia masculina, impunidad para los perpetradores de la violencia, bajos niveles de concienciación por parte de los proveedores de salud y problemáticas de salud mental.
Personalidades de tipo dependiente, obsesiva, paranoide o narcisista. Estos perfiles pueden estar asociados a agresores que cometen homicidios múltiples o a sus parejas.
La presencia de niños que viven en un hogar con violencia intrafamiliar están aumento de la agresividad o retraimiento social, problemas de aprendizaje, trastornos del estado de ánimo como ansiedad, depresión y trastorno por estrés postraumático, trastornos del sueño, de la alimentación y conductas suicidas. Además de trastornos de enuresis o encopresis.
Las redes sociales deben ser administradas por los adultos para evitar contenido que promueva o normalice la violencia.
Las redes de apoyo primarias como la familia y las secundarias como la escuela, amigos, comunidades religiosas sanas y accesos a grupos de ayuda.
Los tipos de intervención psicológica que son terapia de duelo, terapia grupal, terapia ocupacional y autocuidado.
¿Por qué los hombres matan a las mujeres… y después se suicidan?
El femicidio y el suicidio «extendido» parten de la insumisión de la mujer. Ella representa para el varón la pérdida de su autoridad, una sublevación y un agravio a su yo patriarcal ante sus pares que le lleva a vengar su déficit de masculinidad y reponer, como «justiciero», un orden (patriarcal) que ha sido cuestionado y debe permanecer inalterado. El femicidio es el castigo a la mujer por su provocación, por el desafío y el cuestionamiento de su posición de poder exhibidos ante sí mismo y ante sus pares; y el suicidio, dentro de las «tipologías puras» de femicidas, una respuesta congruente del varón a la pérdida del sentido de su vida una vez privado del objeto de una posesión implacable que ya no le pertenece, así como, también, del reconocimiento y del respeto de sus iguales.
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