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Su viaje a Lampedusa, la misa en la frontera entre México y Estados Unidos o sus constantes llamados a la paz. El papa Francisco llevó en su pontificado a los desheredados, a los migrantes y a quienes sufren por las guerras, tal como recordó este sábado en su funeral el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio y encargado de oficiar la homilía de las exequias. Unas 400.000 personas despidieron en el Vaticano y sus alrededores al papa Francisco, en una ceremonia solemne y llena de simbolismo, que pudo ser seguida a distancia por millones de personas en todo el mundo. Puede leer: El féretro del papa Francisco, en la basílica de Santa María la Mayor para su entierro Una multitud llegada de todos los rincones del planeta abarrotó la plaza de San Pedro y la Vía de la Conciliación, que da entrada al Vaticano, para dar el último adiós a un Papa que, por su personalidad cercana y cálida, fue muy querido por los fieles. “En contraste con la cultura del descarte, él hablaba de la cultura del encuentro”, dijo Re en una emotiva misa que recordó la vida sencilla del primer pontífice latinoamericano, fallecido el pasado 21 de abril a los 88 años. A la ceremonia asistieron delegaciones de 148 países y territorios, y unos 50 jefes de Estado y de gobierno, así como representantes de distintas casas reales. Tras el funeral, el féretro del Papa fue trasladado en procesión hasta la basílica de Santa María la Mayor, donde fue enterrado y ya descansan sus restos. Aquí te contamos 4 de los momentos más destacados de esta jornada histórica. Por voluntad del propio Francisco, que simplificó los funerales papales para que se parecieran más al de “un pastor y discípulo de Cristo, y no el de un hombre poderoso de este mundo”, sus exequias fueron más sencillas -Vaticano mediante- que las de pontífices anteriores. Y quizás el momento más fuerte y emotivo de toda la ceremonia fueron las palabras de Giovanni Battista Re recordando la vida y obra del pontífice, que a ratos sonaron tan políticas como las del mismo Francisco, y que fueron recibidas con un largo y atronador aplauso por la multitud que asistió al funeral. Especialmente cuando mencionó alguno de los momentos que más marcaron su pontificado, como su primer viaje fuera del Vaticano, que realizó a la isla de Lampedusa en 2013, a la que cientos de migrantes que huían de la guerra en Siria y otros lugares arribaban diariamente en precarias embarcaciones. O cuando recordó la misa que Francisco ofreció en México, a pocos metros del muro que el presidente estadounidense Donald Trump mandó construir en su primer mandato para evitar la entrada de migrantes. “Construir puentes y no muros”, fue algo que el papa Francisco repitió muchas veces, recordó el cardenal Re ante los asistentes, entre los que se encontraba el propio Trump. Francisco “fue un Papa entre el pueblo, con el corazón abierto hacia todos”, que se enfrentó a las guerras encarnizadas de los últimos años, señaló el cardenal, y que “alzó incesantemente la voz” para pedir la paz. “La guerra provoca la muerte de personas y la destrucción de casas, hospitales y escuelas. La guerra siempre deja el mundo peor de lo que estaba antes: siempre es una derrota dolorosa y trágica para todos”, dijo el cardenal citando al Papa. Incluso en su última aparición pública, el Domingo de Resurrección, para dar la bendición “urbi et orbe”, Francisco tuvo palabras para denunciar la violencia de las guerras, mencionando específicamente el conflicto de Gaza y el de Ucrania, entre otros. “Rico en calidez humana y profundamente sensible a los desafíos actuales, el Papa Francisco compartió verdaderamente las angustias, los sufrimientos y las esperanzas de este tiempo de globalización”, añadió ante los asistentes. Giovanni Battista Re, de 91 años, recordó también los esfuerzos de Francisco por impulsar el diálogo interreligioso, o su histórico viaje en 2021 a Irak, que fue “un bálsamo para las heridas de la población iraquí”. “Sus gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados son innumerables. Su insistencia en trabajar por los pobres fue constante”, agregó el cardenal. El funeral comenzó poco después de las 10:00, hora local (8:00 GMT), cuando las campanas de la Basílica de San Pedro doblaron por el fallecimiento del Papa. El féretro con los restos de Francisco fue llevado entonces a hombros de los sediarios pontificios, las personas que estaban al servicio del Papa, que salieron por la puerta central de la basílica de San Pedro hasta la plaza del mismo nombre, donde se celebró la misa funeraria. El Papa iba seguido por los más de 200 cardenales que conforman el Colegio Cardenalicio. Antes, los dignatarios invitados al funeral se despidieron del pontífice de forma privada dentro de la Basílica de San Pedro, frente al baldaquino de Bernini, donde fue colocado el féretro del Papa el pasado miércoles para su capilla ardiente. El ataúd fue colocado frente al altar, sobre una alfombra y junto a un cirio encendido, tras lo que se escuchó un enorme aplauso de los casi 200.000 fieles presentes, 50.000 de ellos dentro de la plaza. Encima del sencillo féretro que Francisco eligió para su entierro, construido en madera y revestido de zinc, se colocó el libro del Evangelio abierto, mientras la plaza se sumía en un silencio absoluto. Los cardenales concelebrantes ocuparon su puesto en el lado izquierdo del sagrado, mientras que los invitados, entre los que estaban Trump y el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, se situaron en el lado derecho. La homilía del cardenal Giovanni Battista Re fue seguida por el momento de la comunión, en la que una procesión de sacerdotes vestidos de blanco llegó hasta el final de la Vía de la Conciliación, la calle que conduce a la plaza de San Pedro, portando cálices dorados llenos de hostias para la comunión de los fieles. Salvo por los momentos en los que los presentes ovacionaron al féretro de Francisco o las palabras de Re, la multitud mantuvo un sobrecogedor silencio, tan solo interrumpido por los helicópteros de las fuerzas de seguridad italianas que sobrevolaban el Vaticano. La ceremonia terminó con la bendición con agua bendita del féretro del Papa, a cargo del cardenal Giovanni Battista Re, quien después quemó incienso en un incensario, símbolo de purificación. Las campanas repicaron tres veces al mediodía tras la bendición del féretro, que finalmente volvió a ser transportado a hombros al interior de la basílica mientras muchos de los presentes se despedían con un “ciao, Francesco”. Al finalizar la misa, el féretro del papa Francisco fue llevado en procesión por las calles de Roma hasta la basílica de Santa María la Mayor, donde reposarán sus restos. El ataúd de Francisco fue trasladado en el papamóvil, el vehículo que los pontífices utilizan para desplazarse con seguridad entre las multitudes y que permite que los fieles puedan ver al Papa. Para el traslado del féretro, la parte trasera del papamóvil tuvo que ser adaptada. Este sábado decenas de miles de personas abarrotaban el trayecto de 6 kilómetros que separa la basílica de San Pedro y la de Santa María la Mayor para poder dar un último adiós al pontífice. Personas venidas de todo el mundo aplaudieron al paso del papamóvil, mientras sonaban las campanas de la basílica de San Pedro. Unos 3.000 voluntarios a lo largo del recorrido fueron desplegados para proporcionar a los peregrinos indicaciones, ayuda médica o agua. La mayor parte de las vías principales del centro de Roma fueron cortadas al tráfico para el traslado del féretro en la procesión, que pasó junto a puntos emblemáticos de la capital italiana como el Foro romano y el Coliseo.
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