Salud

Profesionales de la salud mental animan a quienes sufren a reconectar con la vida

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Desde el primer instante, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y personal sanitario se desplegaron en la llamada "zona cero" para realizar una intervención en crisis.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

En medio del luto nacional en República Dominicana por la tragedia del Jet Set, ocurrida en la madrugada del 8 de este mes, que dejó 231 fallecidos y más de un centenar de heridos, un equipo multidisciplinario de profesionales de la salud mental está activo para brindar atención inmediata y sostenida a las víctimas, sus familias y a quienes participaron en las labores de rescate y asistencia.

Desde el primer instante, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y personal sanitario se desplegaron en la llamada “zona cero” para realizar una intervención en crisis. Según explicó el asesor del Poder Ejecutivo en salud mental, José Miguel Gómez, esta acción fue ordenada directamente por el Presidente, con el objetivo de ofrecer una estrategia eficaz, rápida y empática ante el sufrimiento emocional colectivo.

“Hablamos de una tragedia que ha impactado a familias, sobrevivientes, rescatistas, médicos, enfermeras, periodistas… Toda una nación está de duelo”, declaró el representante del Gobierno.

La estrategia se ha dividido en:

1. Primera intervención: Acompañamiento inmediato a las víctimas y familiares. Se instalaron carpas en la zona cero y en Patología Forense durante la entrega de cadáveres, donde se ofreció contención emocional y apoyo ante el dolor, la culpa, la rabia o la desesperanza.

2. Segunda intervención: Atención a personas con síntomas psicológicos emergentes. Se han detectado trastornos de ansiedad, depresión, estrés postraumático, insomnio y, en algunos casos, psicosis aguda. Niños y adultos están siendo asistidos por especialistas.

3. Tercera intervención (en curso): Asistencia a los propios profesionales que trabajaron en primera línea, como bomberos, brigadistas y personal de salud. También se planea una fase de “reconexión con la vida”, orientada a recuperar la funcionalidad psicosocial de los afectados.

Más de una veintena de hospitales en todo el país están habilitados con psicólogos y psiquiatras, afirma la Dra. Francis Báez, directora del Centro de Atención Sicosocial y Desarrollo Humano (Reside). En Santo Domingo, algunos de los centros disponibles son los hospitales Dr. Vinicio Calventi, Marcelino Vélez Santana, Engombe, Jacinto Mañón, Moscoso Puello (incluye la unidad Rey Ardid, donada por el Principado de España), Darío Contreras, Salvador B. Gautier, Hugo Mendoza (psicología infantil) y Robert Read Cabral y Santo Socorro (psiquiatría infantil).

En regiones especialmente afectadas como Haina, mañana inicia una intervención con un programa psicosocial de asistencia comunitaria, que se replicará en las comunidades más impactadas. “Y dentro de las unidades que ellos tienen de atención primaria en salud, empezar esa intervención con psicólogos, psiquiatras, trabajadoras sociales, es decir, los niños que son afectados, las personas que perdieron seres queridos, intervenirlos”, explicó Gómez.

En San Cristóbal, el hospital Juan Pablo Pina cuenta con psicólogos y psiquiatras y tiene una unidad de internamiento. En Yaguate y Santiago, también hay equipos de salud mental.

Además, desde el Servicio Nacional de Salud se ha habilitado un portal donde los ciudadanos pueden encontrar el centro más cercano para recibir atención en salud mental.

Un aspecto destacado ha sido la participación activa de las universidades que, por iniciativa de la coordinadora de la maestría en crisis y trauma de la Universidad Iberoamericana (Unibe), Dra. Vanessa Espaillat, estuvieron dispuestas a ayudar a las víctimas, familiares y brigadas de socorristas en la zona cero. Sus equipos, formados por Ivonne Guzmán de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (Unphu) y Rafaela Burgos de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), crearon espacios dignos en carpas climatizadas y trabajaron turnos extendidos, en condiciones difíciles, brindando acompañamiento humano, emocional y técnico.

“Estuvimos ahí desde el primer momento, ofreciendo contención, escuchando, apoyando… incluso entregando malas noticias”, recuerda la Dra. Espaillat.

Las universidades acordaron mantener un protocolo conjunto de intervención en futuras emergencias, fortaleciendo así una red de respuesta nacional.

La comunidad profesional identifica cuatro niveles de afectación tras una catástrofe como esta:

En un país donde todos conocemos a alguien, donde la tragedia se vivió en vivo y en directo, los efectos emocionales han sido profundos. “Mucha gente no puede dormir, llora sin parar, siente que esto no es real. Es el trauma vicario”, explicaron las especialistas. Es decir, los síntomas del trauma se presentan incluso en quienes no estuvieron físicamente en el lugar de los hechos, pero que lo vivieron intensamente a través de los medios o por la cercanía emocional.

La atención a los dolientes no solo debe ser técnica, sino profundamente humana. Es importante acompañar en el dolor, escuchar sin juzgar y estar ahí para ofrecer un café, una palabra o un simple “estoy contigo”. Los profesionales coinciden en que eso hace la diferencia. Porque el duelo necesita espacio, tiempo y validación.

La recomendación es no interrumpir el proceso emocional, no forzar a olvidar ni ignorar. Hablar del evento, expresar las emociones y tener un entorno de apoyo son pilares fundamentales para sanar.

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