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Se requiere acuerdo general

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Desde hace años, he insistido en esta tribuna sobre la necesidad de que los dominicanos, sin importar nuestras convicciones o ideologías, nos dediquemos a un acuerdo nacional sobre migración.

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Desde hace años, he insistido en esta tribuna sobre la necesidad de que los dominicanos, sin importar nuestras convicciones o ideologías, nos dediquemos a un acuerdo nacional sobre migración. En cada ocasión, indiqué que el tiempo urgía y que, por ende, había que aprovecharlo. No fue una advertencia basada en una capacidad extraordinaria para predecir el futuro. Simplemente, fue la aplicación del sentido común al desinterés histórico, y aún vigente, que Haití ha generado en los países más poderosos del mundo. Era previsible que la crisis haitiana, en aumento, fuera acompañada de una creciente indiferencia internacional. Efectivamente, el nuevo gobierno estadounidense ha mostrado señales de que no desea involucrarse mucho tiempo más en la búsqueda de una solución. A esto debemos añadir los eventos recientes, que han demostrado cómo la tensión interna sobre el tema crece inexorablemente.

Por tanto, es fundamental que la clase política dominicana asuma el liderazgo que le reconoce la Constitución y que el pueblo le ha otorgado con su voto. No es momento de culpas sobre la falta de un pacto nacional que incluya a todos los grandes partidos políticos, sino que todos — con la responsabilidad que los ha caracterizado en otros temas — se sienten a la mesa del diálogo a hablar, escuchar y alcanzar acuerdos. Este acuerdo, por supuesto, debe incluir a la mayor parte posible de los sectores sociales. Esto implica, y también lo he mencionado antes, que no solo se escuchen voces diversas y diferentes, sino que las soluciones y consensos no serán del todo satisfactorios para nadie. Esa es la esencia de la democracia. La alternativa es dejar fuera del consenso a una parte importante de la población, lo que, especialmente ante problemas de gran magnitud, es una fórmula para el fracaso.

La falta de este consenso nacional fomenta la arbitrariedad, porque ningún gobernante quiere que se le acuse de debilidad, pero los hechos permanecen. Lo hemos visto en esta crisis, y en otras anteriores. Debemos superar esa lógica e invertir nuestras energías en trazar un camino que nos beneficie a corto, mediano y largo plazo. Hablemos.

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