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Semana Santa: el significado religioso que solemos pasar por alto

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Este pueblo me honra de boquilla, pero su corazón está lejos de mí." -Isaías 29:13

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“Este pueblo me honra de boquilla, pero su corazón está lejos de mí.” -Isaías 29:13

La Semana Santa ya finalizó en el calendario… pero ¿alguna vez comenzó en el corazón?

El país apagó las velas, plegó las túnicas, desmanteló los altares. Y en muchos casos, también guardó a Dios en un rincón, hasta el próximo año. No por maldad. Sino porque hemos confundido recordar con vivir, y festejar con comprar tiempo libre.

Las playas se colmaron. Las iglesias también. Pero entre una selfie y un sermón, muchos olvidaron que Jesús no buscaba multitudes, sino discípulos. No seguidores en redes… sino seguidores en el camino.

La Semana Santa fue reducida a costumbre. El misterio eterno… a una pausa laboral. Y la pregunta es inevitable: ¿Qué celebramos cuando nada cambia en nosotros?

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“Este es mi cuerpo, entregado por ustedes” -dijo Jesús. Y mientras partía el pan… nos enseñaba cómo se parte el alma por amor.

¿Todavía recordamos eso? ¿O lo olvidamos entre el bullicio y el comercio?

La filosofía lo advirtió: hemos olvidado lo que ya sabíamos

Volver a la esencia: una transformación desde el interior

No tenemos respuestas absolutas. Pero sí un susurro profundo que nos dice: es hora de regresar.

Semana Santa fue diseñada para quebrarnos… y reconstruirnos con una estructura distinta:

menos dureza, más ternura. Menos apariencia, más profundidad. Menos espectáculo… y más Evangelio vivido.

Volver al principio no es regresar al pasado… es recordar quiénes somos cuando dejamos de fingir. Es volver a amar como si nunca hubiéramos olvidado. Y quizás, también, es dejar que el dolor nos devuelva lo sagrado.

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